Existen numerosas y sobresalientes películas que tratan de la mafia, el crimen organizado, las bandas y las familias que controlan esos submundos situados al margen de la ley. Dentro de este específico subgénero, pueden citarse decenas de títulos que forman parte de la Historia del Cine con mayúsculas, acaparando las alabanzas de la crítica y los aplausos del público, como la saga de “El padrino”, “Uno de los nuestros”, “American Gangster”, “Atrapado por su pasado”, “Infiltrados”, “L.A. Confidential” o “Cotton Club”, entre otros de una larga y muy recomendable lista. Los mejores directores, actores, productores y guionistas se han dejado tentar por estas historias de corrupción, violencia, poder y dinero, tan consustanciales -al parecer- al género humano. Por ello, resulta tan difícil rodar a día de hoy un largometraje rompedor de esta temática, que destaque por su originalidad. Con tantas obras maestras como referentes, y con tramas, personajes y hasta secuencias similares almacenadas en las retinas de los espectadores, no es nada fácil presentar un proyecto sugerente y novedoso que no destile cierto tufillo a “más de lo mismo”. Quizás esa sea la razón por la que la temporada pasada me gustó tanto la cinta “El año más violento” que, aunque pasó bastante desapercibida -en mi opinión, de forma injusta-, lograba aunar la típica estética setentera del género con unos toques inusitados y atrayentes de estilo y modernidad. Por el contrario, como regla general, lo habitual es toparse con títulos como “Black Mass”, ejemplo de corrección narrativa y pulcritud técnica, pero que no termina de despuntar por culpa de la influencia que ejercen sobre ella las grandes muestras del cine negro. Situaciones, protagonistas e incluso planos que recuerdan a otros tantos ya vistos en el pasado, constituyen un lastre que impide al público más versado en el Séptimo Arte engancharse a la filmación de una historia demasiado reiterativa. Y no deja de ser una lástima, ya que las labores desarrolladas por su director, Scott Cooper -que saltó a la fama con “Corazón rebelde”, por cuyo papel principal Jeff Bridges ganó el Oscar al mejor actor-, y por el elenco son efectivas y dignas de elogio. Basada en hechos reales, la acción se desarrolla en Boston en la década de los setenta. La relación entre un agente del FBI y un mafioso irlandés (James “Whitey” Bulger) les permite eliminar a un enemigo común, la mafia italiana. Sin embargo, no impide una espiral de violencia de la que se aprovecha Whitey para construir su propio imperio y convertirse en uno de los más implacables y poderosos criminales de la historia de esa ciudad norteamericana. La violencia, la maldad y la ética fraudulenta de la delincuencia organizada para con los suyos y sus objetivos quedan bien reflejadas. La ambientación y la mayor parte de las interpretaciones son, asimismo, notables. Por lo tanto, su recomendación debería ser evidente si no fuera por la continua y pegajosa sensación de “dejà vu” y la ausencia de diálogos memorables y de escenas cumbre. El reparto, digno de mención, aporta gran calidad al resultado final. Aunque son muchos quienes destacan el acertado trabajo de Johnny Depp (no tanto por alcanzar aquí un gran registro interpretativo como por neutralizar sus últimas y calamitosas apariciones en esperpentos como “Mortdecai”, “Transcendence” o “Sombras tenebrosas”), yo me decanto por resaltar la labor de un Benedict Cumberbatch en estado de gracia y la de algún participante secundario, como Kevin Bacon.
Trailer en castellano
Trailer en versión original
Datos del filmPelícula: Black Mass
Dirección: Scott Cooper.
País: USA. Año: 2015. Género: Biopic, thriller.
Reparto: Johnny Depp, Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon, Jesse Plemons, Peter Sarsgaard, Dakota Johnson, Corey Stoll, Juno Temple, Adam Scott.
Guion: Jez Butterworth y Mark Mallouk; basado en el libro de Dick Lehr y Gerard O’Neill.