Hoy, 16 de octubre, se cumplen 45 años de esta memorable foto. Fue en el Estadio Azteca de México D.F durante los Juegos Olímpicos de 1968. Tommie Smith y John Carlos, dos atletas estadounidenses recordaron con ese gesto –el puño en alto envuelto en un guante negro- que los negros, no sólo en Estados Unidos sino en otros muchos lugares del mundo continuaban siendo tratados como ciudadanos de segunda, como los parias de la nueva sociedad del desarrollo.
Smith, que consiguió el oro en aquella final de 200 metros lisos, y Carlos, bronce, ocuparon el podio junto al australiano Peter Norman –que en señal de solidaridad lució un parche en su chaqueta en el que se vislumbraba el emblema: OPHR -Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos-. Aquel gesto no quedó sin castigo. Tanto Smith como Carlos fueron condenados por el deporte, y el olimpismo en particular, al peor ostracismo, a esa oscuridad siniestra en la que la Historia a veces envuelva injustamente a sus protagonistas. Los dos atletas fueron inmediatamente excluidos de los JJ.OO y censurados públicamente con un cruel escarnio en medios como la Revista “Time” que publicó el logo olímpico de los cinco anillos con las palabras “Angrier, Nastier, Uglier” (Más furioso, más sucio, más feo), en vez del clásico “Faster, Higher, Stronger” (Más rápido, más alto, más fuerte).
Sin épica pero con justicia, Smith, Carlos y Norman se convirtieron con el paso de los años en un icono de la lucha por los derechos civiles y de la protesta frente a la segregación racial. Y aunque posiblemente, aquél 16 de octubre de 1968, ninguno de ellos era capaz de prever la repercusión que tuvo aquel gesto, esos puños en alto envueltos en un guante negro sirvieron para cambiar la historia, para cambiar el deporte, y sin duda también para que hoy podamos entender –al contemplar de nuevo la foto- que la derrota de toda injusticia empieza con los ecos de su denuncia.
ÁLVARO PEREA GONZÁLEZ