Hoy podría ser otro “Black Friday”, ese “viernes negro” que se ha inventado el capitalismo para exprimir todavía más a los consumidores, pero para Isabel, Fuensanta o Conchi será un “viernes negro” literal y mucho más duradero, tan duradero que será eterno. Para ellas y para Teresa, Beatriz, Laura o Susana, entre otras, será su “Black Year”. Un terrible año negro para las mujeres que han sido asesinadas en nuestro país por la sola y única razón de ser lo que son, mujeres que han decidido no soportar más la situación de violencia, dominación y humillación que recibían por quienes un día les prometieron amor y las trataron como simples objetos para su disfrute, uso y diversión.
La violencia que sufren Tamara, Mª del Águila, Francisca, Otilia y muchas más las ha llevado a la tumba a manos de sus compañeros sentimentales, auténticos asesinos que sólo así, de manera cobarde y causando la muerte, podían soportar perder lo que creían que era suyo y carecía de dignidad y sentimientos. Más de 50 mujeres han perdido la vida en España este año, como las citadas anteriormente, a causa de la sinrazón de un machismo que desea mantener situaciones de desigualdad en las que impone su dominio sobre la mujer. Una situación que atenta contra la dignidad, la libertad y la integridad de la mujer, sin que la sociedad sepa reaccionar con contundencia y eficacia para erradicar una lacra que ya acumula, desde el poco tiempo que lleva contabilizándose, tantas víctimas mortales como el terrorismo de ETA en toda su macabra historia.
Rosemary, Chari, Dolores, Marina, Mª José o Almudena engrosan la fúnebre lista de mujeres, con edades comprendidas entre los 23 y 76 años, con estudios o sin ellos, trabajadoras o amas de casa, que sólo por su condición sexual, por ser simplemente mujeres, han sido arrebatadas violentamente de la vida por sus maridos, novios o compañeros sentimentales a puñaladas, golpes, balas, atropelladas o lanzadas al vacío, muchas veces frente a sus propios hijos o junto a otros familiares. Todavía, frente a esta violencia gratuita y demencial, hay quienes no alcanzan a distinguir la gravedad del problema o banalizan su importancia, criticando las insuficientes y pobres medidas adoptadas para combatirlo. Todavía hay miserables que pretenden minimizar el alcance de un mal que amenaza a la mitad de la población y que se incuba en el interior de los hogares, reproduciendo estereotipos patriarcales y ámbitos sociales y culturales basados en la desigualdad de la mujer frente al hombre.
Para Sandra, Antonia, Divina y tantas otras no ha existido un viernes negro, sino todo un año negro que se ha cebado con sus vidas para sepultarlas bajo la losa del olvido y el desinterés de una sociedad que no ha sabido defender el más preciado de sus derechos humanos: la vida. La violencia contra la mujer es un cáncer que debemos erradicar en toda sociedad que se considere civilizada. Y un problema que nos concierne a todos, a fin de evitar que se produzca otro black year para la mujer.