En el ya lejano 1982 el que suscribe tuvo la fortuna, y el acierto, de presentarse raudo en el desaparecido cine Novedades de Barcelona para el estreno de una rareza futurista. No venía precedida de gran fama, éxito de público o de crítica, pero llamaba la atención de un pipiolo cinéfilo como era yo. Salí de la proyección como un sonámbulo, sin palabras, pero siendo consciente de que había presenciado algo grande, que me había subyugado desde las primeras imágenes hasta el último fundido en negro. No sabía nada de Ridley Scott, poco de Harrison Ford y menos de Rutger Hauer, ni falta que me hacía, me bastaba con el disfrute, ya tendría tiempo de saber más.
Al acudir a ver "Blade Runner 2049" no esperaba sentir de nuevo lo mismo de entonces, ni siquiera algo parecido. Ni yo, ni los tiempos somos los mismos. Tengo ya mucha mili hecha y nada me logra impactar igual que entonces, aunque Denis Villeneuve es de los pocos que tienen posibilidades. Y he de decir que lo ha logrado. Estética y visualmente es deslumbrante, insuperable para el noventa y nueve por ciento de los actuales directores. La recreación del orbe concebido por Mr. Scott hace treinta y cinco años es genial, grandiosa. En estos aspectos no hay nada que objetar, la discusión está, o seguro que estará, motivada por su argumento. En la original toda la historia queda suficientemente cerrada, sobre todo en el montaje final, y las pocas dudas que permanecían abiertas ahora son aclaradas satisfactoriamente. Como secuela se limita a contar una nueva historia, a dar una vuelta de tuerca al mundo de los replicantes, sus creadores y sus perseguidores y, como no, dejar abierta la posibilidad de una continuación.
No especulaba con que fuera otra obra maestra, y no lo es, pero si reúne las suficientes condiciones como para convertirse en un nuevo referente, al igual que su antecesora pero siempre a la sombra de esta. No logra la magia otra vez ni crea nuevas expectativas o renueva lo ya visto, en cambio "Blade Runner 2049" justifica suficientemente su existencia al no ser un mero recaudador de taquilla, y que aparte de contentar al público veterano logra despertar al nuevo acercándole a la cinta primigenia, al gran cine con mayúsculas. Esa ambición artística siempre es de agradecer en una producción de primer nivel presupuestario y voluntad de blockbuster. Gracias señor Villeneuve.
Puntuación @tomgut65: 8/10