Adam Wingard, el director de The Guest y You’re The Next se apunta a la moda de los remakes con Blair Witch, remake de The Blair Witch Project (El proyecto de la bruja de Blair), la obra precursora de la moda del found footage (metraje encontrado) que contó con una nefasta secuela, El libro de las sombras: Blair Witch 2 tan solo un año más tarde.
Tras una días laborales algo ajetreados, y la posterior pereza, voy con un ligero retraso en las publicaciones del pasado Festival de Sitges 2016.
Sorprendentemente, la obra de Wingard ha llegado con una rapidez inaudita a las salas comerciales tras su paso por el Festival. Hace ya dos semanas que aterrizó en las carteleras, y soy consciente de que esta aportación mía no tiene mucho valor debido al retraso, pero dejo mi opinión igualmente.
Unos estudiantes se adentran en los bosques Black Hills de Maryland para intentar descubrir qué pasó en la desaparición de la hermana de James, relacionada con la leyenda de la bruja de Blair. Pronto una pareja de lugareños se ofrece a ser sus guías en los bosques.
La película sigue unas pautas muy similares a la obra original durante la primera mitad. Aunque la introducción de la leyenda es mucho más escueta comparada con la obra original, dirigida por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez en 1999.
En parte se debe, porque el guión escrito por Simon Barret (The Guest) utiliza como punto de partida la conexión familiar con uno de los anteriores campistas que desemboca en la típica búsqueda que conduce al grupo de jóvenes a adentrarse en el siniestro bosque de Burkittsville, donde las nuevas tecnologías, Gps, drones, microcámaras etc. no les servirán de mucho ante los sobrenaturales poderes de la bruja, mucho más desarrollados tras 17 años.
A pesar de repetir la fórmula, consigue un grado de inquietud en el espectador, hasta media película bastante certero. La tensión crece entre los personajes de manera proporcional, pero cuando la historia alcanza el ecuador de la misma, ésta se vuelve demasiado ostentosa.
Así como la obra original apostaba por lo simple, la obra de Wingard lo hace todo más a lo grande y apostando por la espectacularidad. Llega un punto que la bruja parece haberse convertido en un troll. Digo parece, porque no llega a verse, pero nos recordará a Troll Hunter en más de una ocasión.
También hay que tener en cuenta que el factor sorpresa y la promoción viral con la que contó la obra original, hizo mucho más aterradora la propuesta.
Han pasado 17 años con todo lo que ello conlleva, el público aficionado está mucho más curtido. Especialmente en el subgénero del found footage, que tras el éxito de The Blair Witch Project, se han visto de todos los colores como para sorprendernos a estas alturas.
Hay que reconocer que los efectos especiales están bien conseguidos, sobre todo, el apartado sonoro que juega una labor importante. Aunque, a mí no me ha conseguido impactar como hizo la original con muchos menos efectos. En fin, una modernizada versión con mejores labores técnicas, más medios, y un aspecto visual más estilizado, pero menos claustrofóbica que la original.