Blancanieves es un cuento alemán -títulado Schneewittchen- recogido por los hermanos Grimm en Cuentos de la infancia y del hogar (1812). La Reina Malvada, madrastra y antagonista de esta historia, seguramente pecó de lo que se suele pecar en estos cuentos: dar todo por hecho…
Las versiones más difundidas de Blancanieves son la de los hermanos Grimm y la adaptación cinematográfica del “eterno” Disney. Eso sí, en esta ocasión, la adaptación de la gigante factoría de hadas animadas no dista demasiado de la original.
Obviamente, se han permitido el lujo de desechar algunos pasajes, como los tres intentos de la madrastra por acabar con la vida de Blancanieves y sus ingeniosos disfraces y métodos para culminar su plan o el épico final en el que la princesa no despierta con un beso de amor, sino que, al llevar el príncipe el ataúd de su amada a su castillo, tropieza y con el golpe Blancanieves resucita tras expulsar por la boca el trozo de manzana envenenado. Disney también se ahorró el escarmiento final a la malvada madrastra, a quien la hacían bailar hasta la muerte con unos zapatos de hierro al rojo vivo.
Quizá lo más curioso de este cuente es que podría estar inspirado en hechos reales, según apuntan varios investigadores, que han dejado entrever que detrás de Blancanieves y los siete enanitos podría esconderse una historia real. Pero, ¿cuál?
Por un lado, hay quienes ven en Blancanieves a Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, hija de un condestable y diplomático europeo del Electorado de Magnuncia de Lohr. La referencia principal que avala esta teoría es el espejo “mágico” que su padre regaló a su madrastra, el cual, gracias a los materiales empleados para la fabricación del vidrio poseía unas peculiaridades acústicas que hacían reverberar las palabras de quien hablase cerca de él . Otra prueba sería el bosque al que huye Blancanieves, que estaría inspirado en el bosque Spessart y sus siete montañas… casualmente siete, como los enanitos que trabajaban en las montañas.
Sin embargo, otros estudios afirman que la verdadera princesa de piel clara y labios rojos no fue otra que la condesa alemana Margarethe von Waldeck, amante de Felipe II, que podría haber sido envenenada por la desaprobación de los cortesanos españoles a esta relación extramatrimonial.
Sea como sea, lo que nos queda claro es que la culpa de todo siempre la tiene la manzana: ¿qué hubiese pasado si Blancanieves la rechazase?