"En algún momento de los últimos años, y no puedo precisar cuándo exactamente, una irritación vaga pero casi abrumadora e irracional comenzó a acosarme hasta una docena de veces al día. Dicha irritación nacía de cosas tan aparentemente nimias, tan ajenas a mi campo de referencia habitual, que me sorprendía tener que pararme a respirar hondo para desarmar un fastidio y una frustración que se debían a la tontería de otros: adultos, conocidos y desconocidos en las redes sociales que exponían sus juicios y opiniones apresurados, sus preocupaciones sin sentido, siempre con la inquebrantable certeza de tener razón".
Nunca he faltado a una cita con Ellis. Más allá de lo que cuenta me gusta cómo lo cuenta, y eso se ha mantenido así independientemente del momento y el título. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Blanco.
Hombre blanco privilegiado. Ese iba a ser el título original del libro. Supongo que al final decidieron rebajar su carga al reducirlo a blanco y es que, si el autor es Bret Easton Ellis, es muy fácil caer en la tentación de vender la simple provocación.
En esta ocasión y tras nueve años alejado de las librerías, que no de la polémica, Ellis se ha decantado por un libro autobiográfico en el que desgrana una infancia rápida marcada por unos padres que no aplicaban restricciones, para entrar en su época universitaria y avanzar a partir de su primera novela, Menos que cero, cuyo éxito le pilló totalmente desprevenido. A partir de ese momento y siempre según sus memorias, su vida ha estado marcada por las etiquetas. Como él mismo dice, o su obra gusta u horroriza, y no hay opción a puntos intermedios. Ellis nos regala en su Blanco constantes alusiones al cine y a la música que nos recuerdan a cómo se articulaba American Psycho y también a su fama de provocador.
Es cierto que el libro tiene un punto provocador, posiblemente más en los momentos en los que menos lo pretende, como por ejemplo cuando habla de la opinión pública actual sobre los gays y cómo el hecho de intentar normalizar por la fuerza algo que ya debería de serlo, no es otra cosa que una forma de represión a la hora de hablar en público como lo haría junto a su círculo de amigos. Según Ellis, algo está aceptado y normalizado siempre y cuando te atengas a las normas de lo que se considera aceptado y normalizado. Y las normas nunca han ido con él. Sin embargo, a medida que uno avanza y lee la autovisión del autor sobre sí mismo descubre que quizás ya se haya convertido en aquello que tanto ha criticado y es en lo que su primer título de la obra prometía, un hombre blanco privilegiado. Y es que Ellis, que afirma no haber votado a Trump como muchos supusieron en su momento, es demasiado autocomplaciente en un libro cuya capacidad para señalar aquello que no le gusta es la marca de agua de cada página. Son los demás los enfurecidos, los intolerantes o los que se calientan dejándose llevar por una ideología. Ellis se presenta como la voz de la razón. Él no es politólogo ni vota porque nadie le convence, él no sigue ningún discurso en particular, pero nadie se lo puede criticar ya que, a poco que pensaran, verían que es lo adecuado. Su postura es la racional y nadie discute seriamente a la razón. Eso lo lleva a mirar con cierta indulgencia los comportamientos que le rodean, incluso cuando se disculpa.
Para los amantes de las letras de Ellis el libro tiene el inconfundible atractivo de hablar de su obra anterior, incluida American Psycho, así como una pequeña relación de comportamientos ante sus publicaciones. Ellis dice que pocos han sido tan criticados como él, que si un libro suyo no gustaba a un crítico, éste no se limitaba a dejarlo pasar, al contrario, sus palabras eran dardos lanzados con una suerte de regusto por parte de quien afilaba la pluma. Y yo me pregunto si no sigue siendo esa la imagen que se quiere dar del que hoy es un hombre de mediana edad, con una sólida posición económica y una pareja dos décadas más joven que poco a poco comienza a considerarse una vieja gloria y tal vez por eso de vez en cuando agita tuiter con alguno de sus comentarios. Comentarios que, al juzgar por el prólogo de su último libro, habrán de quedar un tanto aplacados tras la purga de ira que ha realizado el autor.
Por último señalar como particularmente interesante las divagaciones sobre la tecnología y su impacto en nuestras vidas y que van desde la relativización de aquello que de repente se pone a un click de nuestros ojos, hasta la cultura del like. La valoración, la necesidad de "gustar" en las publicaciones o de al menos obtener una reacción y también la tiranía del entendido que se cree capacitado para valorarlo todo y la venganza de quien hasta hace poco solo podía ser valorado.
Blanco es un libro interesante en la medida en que nos lo parezcan las opiniones de su autor. Comenzaba diciendo que me gusta cómo escribe Ellis, y ese ha sido un placer añadido para una lectura cuyas opiniones he compartido o no pero que, al igual que la mayoría de su obra, me ha mantenido más que entretenida.
Y vosotros, ¿os quedáis en la ficción o también os adentráis en el terreno de lo personal?
Gracias.
"No convirtamos todo lo que escribo en una suerte de advertencia al público".