Aunque creamos que ni Jorge Dorribo ni ninguna otra persona sobornó a José Blanco, su futuro político quedará marcado con la sospecha de que es corruptible, o con la de que se ha enriquecido con las cuentas oscuras del PSOE por ser un alto dirigente del partido.
Es verdaderamente fácil destruirle la vida a los políticos: ellos mismos buscan toda ocasión para desacreditarse mutuamente, y José Blanco encontraba corruptos del PP en todas sus intervenciones públicas, a veces con razón.
Pero en otras ocasiones lanzaba durísimos cargos sólo basados en denuncias como la que él sufre ahora de Dorribo, empresario implicado en numerosos delitos.
El problema para Blanco es que numerosos sabuesos investigan ahora su patrimonio, que descubrirán de dónde procede cada céntimo de sus gastos.
Lógico, porque su creciente bienestar hace recordar que siendo de origen humilde, desde poco después de la muerte de Franco, cuando él tenía 13 años, vive de y para el socialismo.
Nunca trabajó en otra cosa. Ahora tiene 49 años y su patrimonio teóricamente se debe a su sueldo como político, que en el PSOE no debe ser para enriquecerse, sino para mostrarse ante las clases desfavorecidas como ejemplo de sobriedad.
Su presencia en el Gobierno, donde los sueldos son poco elevados, es reciente, y como funcionario del PSOE le es muy difícil, como mínimo, de disponer de al menos dos viviendas de alto nivel, además de enviar a sus dos hijos a uno de los colegios privados y bilingües más caros y elitistas de España.
Aunque quizás el PSOE le paga sueldos fabulosos. De cientos de miles de euros anuales. Tendría que explicarlo, aunque la revelación le haga pensar a los cinco millones de parados y a los electores del PSOE que los estafados son ellos.
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SALAS