Curioso elegir a Dominic West para interpretar en Appropriate adult a un tipo que se llamaba Fred West. Curioso escoger a alguien tan marcado (sobre todo para los todavía escasos elegidos que no podemos evitar un hilillo de baba al recordar The Wire) por los valores positivos, a pesar de todo, del desastrado agente McNulty, para interpretar a alguien que es una de las personas más odiadas de la historia de Inglaterra: un despiadado asesino en serie cuyos truculentos detalles no son propios de especificar aquí. West se transforma físicamente hasta asemejarse al personaje, exhibe su versatilidad, esa mirada perdida pero intrínsecamente capaz de la crueldad más absoluta y contra natura, y hace brillar esta producción británica que no sé ya como clasificar: 140 minutos (o sea, menos duración que una película de Harry Potter) divididos en dos capítulos: como una película repartida en dos semanas, aunque al menos no han tenido la desfachatez de hacer seis capítulos de menos de media hora. Para mí, acaba siendo una solvente película con un cierto aire TV pero de indiscutible calidad. Buena ambientación, tono sólo pálidamente documental y, en el fondo, sin morbo adicional ni necesidad de truculencia, un relato escalofriante.Más coincidencias de apellidos: Walter White se reinventa en Breaking Bad, deja de ser ese aburrido profesor de instituto que ignora los ronquidos de los alumnos, da ese golpe en su vida cuando huele a la parca pasearse demasiado cerca del vecindario. Y Jack White desmonta un combo exitoso y respetado: los White Stripes y, lejos de empezar a perder el norte y a entregarse a una vida desparramada a lo Pete Doherty, enpieza a dar pasos cada vez más firmes. Empieza a apadrinar y a producir y colaborar con buenos artistas, y, zas, publica, hace unos meses, un espléndido disco en solitario, Blunderbluss, en el cual, sin una renuncia abierta a ese sonido sucio y primario de algunos hits de los White Stripes. Tampoco ha renunciado a mantener esa insana pinta tan suya: John Self ya trazó ese retrato poco sano a la Tim Burton, a mí también me resulta reminiscente de un Robert Smith (incluso en algún punto su voz es algo parecida en sus tonos más agudos) lmuy levemente actualizado. Pero la maestría y la elegancia y la diversidad de registros (parece que haya descubierto los teclados justo hace poco tiempo) que muestra en ese disco lo coloca muy por encima de muchos líderes que han dinamitado grupos para lanzarse a carreras en solitario: desde Bryan Ferry hasta Richard Ashcroft pasando por el mismísimo Jarvis Cocker (va: que alguien mencione una canción en solitario de Cocker a la altura de las de Pulp: va !!). Jack White está demostrando muchas cosas con ese puñado de canciones; que es capaz de sonar nuevo mezclando elementos más que conocidos, que es cada vez mejor guitarrista sin desatender el micro; que es gutural pero aterciopelado. Que es hendrixiano, que esa guitarra es nerviosa y nervuda. Que como productor reside y se empadrona en la perfección técnica. Que, creo, conseguirá, con su música, lo que no conseguiría tomando el sol y peinándose: sonar terriblemente sexy.
Gracias a John Self por presentarme este vídeo, por cierto.