[…Estamos a punto de salir cuando vemos por la puerta entreabierta a un buen número de agentes uniformados registrando el local. La música ha cesado y mientras algunos invitados se colocan contra la pared como les ordenan, otros ponen el grito en el cielo reclamando sus derechos, algunos de ellos mostrando «distraídamente» un fajo de billetes que sobresalen junto a bolsitas de cocaína y otro tipo de estupefacientes. —Van a matarme en casa. —Cuando me doy la vuelta para hablar con Moira, ella ya está cargando con un pesado macetero de piedra repleto de plantas sintéticas y flores de plástico—. ¿Qué haces? —Ayúdame. —Me acerco y sujeto uno de los extremos. Pesa muchísimo. Entre las dos lo colocamos contra la puerta, bloqueando el acceso. —¿No piensas salir a hablar con la policía? No es por ser moralista ni nada de eso, pero es tu local, ¿no crees que pueda traerte represalias? —le digo, pasándome una mano por el pelo, nerviosa. Ha cogido el móvil y lo tiene pegado a la oreja. —Hola. ¡Menos mal! Sí, sí, todo bien. Estamos en la ventana de los servicios… De acuerdo… —Colgado y guardado el aparato en su ridículamente pequeño bolso, se gira y me dice—: Hazme caso, el problema lo tendremos si nos cogen. No todo es lo que parece, Helena. —Antes de que pueda rebatir, tira de mí hacia el último habitáculo. Moira se sube a la taza de porcelana e intenta encaramarse a un ventanal, pero el largo del vestido se lo impide. Abre su pequeño bolso y saca una navaja automática. —Hay que estar preparada, cielo —indica, componiendo una media sonrisa. Con la pequeña arma blanca, corta el vestido a la altura del muslo y con sus manos tira de la tela hasta arrancarla por completo—. Por una vez me alegro de que los obreros no hayan terminado su trabajo. Si no, ahora mismo habría una magnífica reja justo aquí. —Se anuda la parte mutilada de su diseño a la cintura y trepa saliendo con agilidad por el estrecho hueco. En ese momento, un fuerte golpe me hace pegar un respingo. —¡Policía, abran! —exclama una voz atronadora desde el otro lado, empujando la puerta. Un nuevo envite logra mover el macetero, pero solo unos centímetros—. Hemos perdido la señal. Repito, objetivo perdido. Iniciar recolección —comunica una voz a través de un walkie-talkie. —¡Vámonos! ¡Espabila! —Sujeto la mano que Moira me tiende y logro salir imitando sus movimientos justo cuando escucho un disparo que atraviesa la madera…]
¿Qué os parece? ¿Os llama?
PRÓXIMA PARADA
#CDLuzYOscuridad #Esplendor *Próximo libro de Lucia Arca
*Atentos a la reseña el día 26
Revista Cultura y Ocio
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