Aunque, por otra parte tampoco sería la primera vez que me equivoco de número de habitación. Y no, no se trata de una “equivocación” intencionada de esas de comedia de enredos. En alguna ocasión he intentado entrar en la habitación con el número que tenía… en el hotel anterior
Un tío con clase
Los hoteles son sitios curiosos. Lugares fríos e impersonales como pocos, donde todo el mundo te trata de usted y te rinde una falsa pleitesía. Si pasas allí bastantes días, reconoces a las personas de los diferentes turnos, pero, en general, ellos no a ti. Como en todos los lugares, no obstante, uno se genera una serie de hábitos. Resulta sorprendente lo rápido que nos adaptamos a los ambientes. Bajamos al buffet del desayuno y comemos cosas que nunca tomaríamos en casa, donde nos apañamos con un cortado y, haciendo un exceso, dos galletas. Durante una época, tenía siempre la televisión de la habitación encendida, un canal de noticias como CNN o BBC News, sin verlo, como sonido de fondo. De un tiempo a esta parte, puedo pasar nueve noches en una habitación de hotel sin haber encendido el televisor. Y por la mañana, nada más despertarme, hacer sonar mi reproductor de música mientras me espabilo.Personalmente, lo suelo dejar todo desordenado. No me gusta la gente que llega a una habitación de hotel y lo primero que hace es deshacer la maleta y colgar la ropa bien ordenadita en el armario. Yo lo voy acumulando todo y por la mañana, antes de salir, parece que alguien haya puesto una bomba en mi maleta y al estallar, haya desperdigado todos mis enseres. Pero me gusta cuando llego por la noche y todo está pulcramente colocado. Y vuelta a empezar. Como el día de la marmota en versión retrasado mental. Soy un tío simple.
Qué gran personaje, el de Bill Murray
El hall y el bar son sitios interesantes de visitar, especialmente cuando uno está solo. Todo es de una limpieza aséptica que acongoja. Gente que pasa, que espera a otra gente, empleados del hotel, siempre de punta en blanco (“buenas tardes, señor”). Y en el bar, algunos grupos, pero también mucha gente sola. Revisando algunas notas, o simplemente estando allí, bebiendo Stella Artois o alguna mierda similar. Algunos le dan la vara al camarero, que con resignación, aguanta.En un acto de constricción por la cena opípara del día anterior, vas al gimnasio del hotel. Con torpeza, intentas sudar la mala conciencia en unas máquinas que no conoces, intentando no pasar más de cinco minutos mirando la pantalla para tratar de averiguar cómo hacer que la dichosa cinta comience a girar a un ritmo soportable.
Y aunque se le tache de snob, de cultureta, de comedieta romántica disfrazada de cool, y de muchas otras cosas más, una película como “Lost In Translation” es capaz de expresar varias de las sensaciones de estar viviendo en un hotel, en un destino lejano, constantemente de paso. Y el personaje de Bill Murray mola. Y Scarlett Johansson está muy buena.
Canciones:
Chris Isaak: “Blue Hotel”
Koko Taylor: “That’s Why I’m Crying”
Radiohead: “Exit Music (for a film)”