Revista Cine
Directora: Kathryn Bigelow
Acá hemos visto casi toda la primera etapa de la filmografía de Kathryn Bigelow (lo que hizo antes del 2000, básicamente): la del motero nihilista, la de los vampiros ultraviolentos, el estimulante delirio cyberpunk y la de los surfistas que asaltan bancos entre ola y ola. Faltaba, desde luego, su policial protagonizado por Jamie Lee Curtis. "Blue Steel".
Esta película está mucho mejor dirigida de lo que está escrita, y no es que esté mal escrita, sólo que hay falta de cohesión. Al principio da la impresión, tanto por argumento como por puesta en escena, de que "Blue Steel" va a tratarse sobre las dificultades que la protagonista tiene para ser mujer policía, no porque por ser mujer no pueda ser policía, sino que por los prejuicios que dicha imagen causa en la sociedad patriarcal, machista, etc. Sumen a ello que Jamie Lee Curtis está recién graduada de la academia: es una novata, recién está saliendo al violento y sucio mundo de New York. Así las cosas, la película funcionaba la mar de bien, presentándonos a una protagonista segura de sí misma pero algo nerviosa y ansiosa a la vez, un entorno que claramente cuestiona su nueva profesión (el padre la desprecia por ello, otro sujeto pierde interés al escuchar que es policía...) y una ciudad que luce amenazante y cruel para con el dubitativo. Y todo esto explota en la escena del supermercado, en donde la protagonista debe enfrentarse de inmediato a una situación peligrosa: un asaltante enloquecido. Sea cual sea el resultado estaba claro que la novata no la va a tener fácil en el cuerpo, pero es que el relato cambia radicalmente de lógica: si uno pensaba que la historia pondría el foco en la protagonista buscando demostrar su capacidad (a ella misma, a su entorno, al NYPD), tal cosa ya no importa y el guión gira hacia un relato como de terror, pseudo-slasher: se nos introduce un personaje, detestable a morir, que comienza a matar a diestra y siniestra en la ciudad mientras tiene citas con la protagonista (en serio) y la policía se rasca la cabeza pensando quién puede ser, cual caso de misterio. ¿Por qué este sujeto desequilibrado mental mata a diestra y siniestra?, ¿será una enfermiza satisfacción al sostener y disparar un arma contra otra persona? No, ¡está obsesionado con Jamie Lee Curtis por lo que sucedió en el supermercado (jura que ambos comparten el mismo amor por disparar a la gente)! Claramente, la cosa no tiene mucho sentido y ya está muy trillado el truco de que el enemigo del protagonista sea quien está más cerca suyo, además el relato pierde interés y se vuelve estático. Sorpresiva y gratamente, el relato vuelve a dar un giro y ya no importa el misterio, pues el lunático se revela ante la protagonista, pensando que podría convencerla de ser su Bonnie, momento en el que la historia pasa a ser un enfrentamiento declarado: ella quiere atraparlo, para que pague tanto por sus crímenes como por ser un bastardo hijo de puta, y él quiere matarla porque está resentido de que una mujer se haya negado a sus encantos. Siguiendo esta directriz la película gana bastante, pero sólo por un rato porque después la cosa se pone repetitiva y pierde toda verosimilitud y credibilidad: honestamente, perdí la cuenta de cuántas veces la protagonista intercambia disparos con su enemigo, todo quedando en nada porque el segundo convenientemente alcanza a escapar. ¿Fueron seis, ocho veces? El recurso llega a cansar, a causar risa incluso. Y eso: la película termina cuando, eventualmente, el otro imbécil no puede escapar, pero como ya es la enésima vez que vimos un tiroteo, entonces no es que el clímax sea muy sorprendente que digamos. Es un "¡por fin!", más bien.
De todas formas Kathryn Bigelow dirige con pulso firme y contundente, dejándonos numerosas escenas terriblemente tensas, intensas y perturbadoras, como la del supermercado, el momento de la revelación, alguno de los incontables tiroteos que intercambian la novata y el cabrón de mierda, y otras que no encajan en las descripciones previas (como la que ocurre en la casa de los padres de la novata, breve pero asfixiante). Bueno, y no es únicamente que la película está bien rodada, pues Bigelow también demuestra su agudeza y precisión en la construcción de personajes (no me gusta el villano, una simple bestia sedienta de sangre, quizás una crítica a ese insaciable monstruo capitalista acostumbrado a tomarlo todo, pero en cualquier caso un personaje bastante plano), en adentrarse en la psicología de éstos, así como en la creación de atmósferas que trascienden cualquier escena en particular: la sensación de impotencia, de ira, de peligro. Lástima que el guión, co-escrito entre la misma Bigelow y Eric Red (quienes ya habían trabajado juntos en "Near Dark"), sea tan vago con ciertos aspectos esenciales (mujer en mundo de hombres; novata en una jungla salvaje) y tan detallado con otros que no aportan nada al conjunto, siendo el mayor error la preponderancia que se otorga a este proto-Patrick Bateman (¿qué, de repente estamos en American Psycho?), quien habría quedado mejor en las sombras, de presencia menos explícita, ¿pero cómo?, miren, ya no vale la pena reescribir el guión y hacer un tratado sobre cómo habría quedado mejor, lo hecho hecho está, sólo digo que este villano estorba en la narración, altera la lógica del relato y desdibuja los demás elementos narratológicos. Guión irregular, en resumidas cuentas.
Con todo, una película excelentemente dirigida y con gran dirección de actores (hay que decir que Ron Silver lo hace más que bien en su rol de trastornado mental). Dicho de manera simple, un interesante aunque no del todo logrado thriller policial al que vale la pena echarle un vistazo. A todo esto, cuando haya mano para "Detroit" comentaremos las películas que pusieron a Bigelow en el sitial que se merece.
¡Demonios!, me están saliendo muy largas las entradas de nuevo...