Y vivieron felices y comieron perdices. Si nos situáramos en lo alto de esta frase y observáramos el paisaje que hay a su alrededor, veríamos esta película. Blue Valentine es una especie de collage de momentos y recuerdos, que crean un diálogo constante entre lo que es y lo que fue una historia de amor. Allí donde hay un plano de un pasado radiante, siempre hay un contraplano (literal) de un presente desgastado. El mañana no lo busquéis, porque no hay sitio para él en este film. Derek Cianfrance nos cuenta el deterioro de una relación sin culpar a nadie, simplemente observando a dos seres (EXCEPCIONALES Gosling y Williams) que un día se amaron y fueron felices.
Una peli honesta, delicada, amarga y hermosa.
Lo mejor: su manera de enlazar presente y pasado.
Lo peor: que haya tardado tres años en llegar.