El ex dirigente chino Bo Xilai, ex ministro y uno de los hombres mas poderosos del partido comunista gobernante, juzgado por soborno, corrupción y abuso de poder, ha sido condenado a cadena perpetua y le han sido requisados todos sus bienes. El mundo entero ha contemplado esa condena con especial interés y esperanza, dado que la corrupción y el abuso de poder son las dos grandes enfermedades que azotan a la clase política en medio mundo.
Se empeñan en presentarnos a China como una dictadura injusta y sin libertades, pero su sistema castiga a los corruptos de manera ejemplar, dando un ejemplo a países como España, en el que algunos políticos con mas delitos acumulados que el ex dirigente chino disfrutan de libertad y del dinero que han robado. La propaganda occidental dice que China es una dictadura comunista injusta que explota a sus trabajadores, pero ese país escala puestos en la riqueza mundial y rescata de la pobreza, cada año, a casi cien millones de personas, mientras que en algunos países de Occidente, entre ellos España, ocurre lo contrario, que el sistema, atiborrado de impunidad, privilegios y abandonado por sus ciudadanos, recorta derechos y condena a la pobreza a cientos de miles de personas cada año.
Si se comparan España y China por el trato que reciben los corruptos, España parece la dictadura siniestra y China la democracia decente, ya que China castiga de manera implacable, mientras los corruptos españoles que han saqueado las cajas de ahorro, los que han estafado a millones de ahorradores con las participaciones preferentes, los políticos comisionistas y los muchos miles que se han enriquecido con la política viven tranquilos en sus hogares, sin que la Justicia les persiga y sin que sus bienes saqueados hayan sido reclamados por el Estado.
Es cierto que China tiene un gran déficit en libertades, pero no está claro que su sistema y su clase política sean mas inmorales e indecentes que muchos teóricos demócratas de Occidente, que violan a diario las reglas básicas de la democracia y que practican con impunidad insultante la corrupción y el abuso de poder.
Antes de la caída del Muro de Berlín parecía evidente que la democracia aventajaba al comunismo en libertades y derechos, pero después del hundimiento del comunismo, las democracias han puesto en evidencia su profundo deterioro y la degradación de su sistema y de sus clases dirigentes.
Muchos creen que son libres en las sociedades democráticas, pero, a juzgar por los hechos, eso mas bien parece un espejismo. Las clases dirigentes se han atrincherado en el poder y pueden permitirse el lujo de prescindir del ciudadano, al que manipulan, engañan y domestican, lo que aniquila la democracia y convierte el sistema en una despreciable dictadura de partidos y de elites políticas profesionalizadas. Como ocurría en las sociedades totalitarias, el poder está interesado en suprimir la crítica, eliminar el librepensamiento y someter a la población, a la que inyecta sumisión y un pensamiento único.
La agresión a las libertades y derechos no es tan directa y radical como en los antiguos sistemas comunistas, pero es mas sutil y efectiva y provoca en los ciudadanos mas débiles división, fanatismo, racismo, xenofobia e insolidaridad, contravalores que siempre han sido apreciados por los tiranos.
Ante el deterioro de las democracia, algunos añoran el viejo mundo bipolar, donde los dos grandes sistemas competían entre si y se esforzaban por ser los mejores. Hoy, cuando solo existe la democracia como sistema digno para hombres libres, la gente tiene la sensación de que los poderosos están pervirtiendo la política y pugnan por crear un nuevo orden político, económico y social donde la sumisión de los débiles y de los pobres a los ricos y poderosos sea la verdadera esencia.
Por eso, la evolución de Rusia, China y algunos países emergentes está siendo observada con atención y esperanza por los ciudadanos demócratas y frustrados, que temen que los falsos políticos de las falsas democracias aprovechen su casi total monopolio para poner las bases de dictaduras futuras, mas o menos camufladas, donde los valores, libertades y derechos cedan su sitio a la sumisión, la corrupción y el egoísmo, todo ello retroalimentado por un poder mas interesado en envilecer y degradar que en empujar al hombre hasta su verdadera dimensión de rey civilizado del planeta.