La agricultura ecológica puede paliar los efectos de la sequía, a través de prácticas que hacen que los suelos puedan conservar mejor el agua.
A todo ello hay que añadir su efecto beneficioso sobre el calentamiento global, ya que las rotaciones ecológicas utilizan los residuos de cosecha y labores superficiales, aumentando el secuestro de carbono. Y por último disminuye la eutrofización de las aguas continentales al no emplear ningún fertilizante ni orgánico ni mineral.
La Agricultura Ecológica elimina el riesgo de contaminación del agua superficial y subterránea procedente de pesticidas sintéticos. Esto es importante para el agua potable y la piscicultura, así como para reducir el mayor costo de la depuración de agua. Las rotaciones ecológicas necesitan entre 4 y 7 veces menos de energía, producen entre un 20 y un 40% más, dependiendo de las rotaciones que se empleen, cuesta la mitad producir un kilo de grano, tienen un 30% menos de necesidades de nitrógeno, un 40% menos de fósforo y un 35% menos de potasio y necesitan un 20% menos de agua para producir la misma cosecha.
La agricultura ecológica, orgánica o biológica es un sistema de cultivo de una explotación agrícola autónoma basada en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos sintéticos, u organismos genéticamente modificados (OGMs) —ni para abono ni para combatir las plagas—ni para cultivos, logrando de esta forma obtener alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible, equilibrada y mantenible.