El domingo 4 de Abril Bolivia vivió el pistoletazo de salida del proceso de descentralización autonómica más complejo de todos los que se han vivido en América Latina, caracterizada por Estados centralistas, tendencia de la que la nación andina no ha escapado durante su corta historia de vida democrática.
Este proceso comprende la conformación de autonomías departamentales, municipales, regionales e indígenas, dando lugar a un mapa administrativo de difícil gestión y que constituye el principal desafío político boliviano para el próximo cuarto de siglo.
Por este motivo, escapando de las interpretaciones apasionadas, es imprescindible analizar los resultados de manera lo más objetiva posible, tomando para ello cinco ejes que articulan una explicación comprehensiva de la expresión democrática del pasado domingo.
-Consolidación del proyecto popular que representa el MAS a escala nacional: el triunfo en seis departamentos de los nueve que existen en el país, con mayorías holgadas en muchos de ellos, muestra como el partido de gobierno, es la realidad política más determinante en el presente boliviano, con una proyección en el tiempo que permite adivinar su liderazgo para, al menos, la próxima década.
-Autonomización del MAS respecto de los movimientos sociales: es patente la cada vez mayor importancia del partido respecto de los movimientos sociales y organizaciones que lo componen. En este proceso ha sido determinante Evo Morales, que ha trascendido el simple liderazgo político para transformarse en un icono indiscutible, y la conformación de un bloque de poder dentro del MAS liderado por el vicepresidente García Linera, representante de la izquierda marxista tradicional y cuyos lineamientos teóricos están definiendo el proyecto político masista.
-Hegemonía en el área rural vs debilidad en área urbana: los resultados electorales muestran claramente como el área rural se ha constituido en el centro de la fuerza masista, donde la mayoría de este partido es aplastante e indiscutible. Sin embargo, dos de las ciudades donde se daba por hecho el triunfo del MAS, La Paz y Oruro, y en menor medida El Alto, se han decantado por un partido como el Movimiento Sin Miedo, antiguo aliado del MAS, que representa una izquierda urbana alejada del universo simbólico desplegado por éste y las organizaciones indígenas y campesinas.
-Surgimiento de opciones políticas de carácter nacional: el proyecto hegemónico del MAS ha chocado con fuerzas que desde lo local, como el MSM o Unidad Nacional, han conseguido una visibilidad en todo el territorio nacional, aunque, por el momento, se encuentran muy lejos de disputarle el poder central. En el caso del primero, la ruptura de la alianza que mantenía con el MAS y los excelentes resultados obtenidos muestran como el proyecto hegemónico de éste último es inviable sin la construcción de acuerdos y consensos con otros sectores de la izquierda. Así mismo, esta constatación debe provocar una reflexión en el seno del MAS que determine donde reside su fuerza: en el partido, en las organizaciones sociales o en Morales.
-Consolidación de la oposición conservadora en Santa Cruz y Beni: pese al triunfo del MAS en el departamento de Pando, tradicionalmente vinculado a los sectores más conservadores del país, la derecha opositora ha consolidado su fuerza en los departamentos de Santa Cruz y Beni, donde el apoyo electoral se mantiene estable en porcentajes que superan el 50%. Este hecho aboca a un escenario de enfrentamiento, ya que estas fuerzas políticas son la expresión electoral del poder económico basado en la propiedad de la tierra y en la agroindustria de exportación, elemento que debe ser revertido para profundizar el proceso de transformaciones sociales y proporcionar el acceso a los recursos de los sectores indígenas y campesinos.