En Bolivia el fomento a la actividad turística rural es totalmente incipiente, el hecho de la existencia de atractivos naturales como el salar de Uyuni, representan emblemas que se han desarrollado desde hace 50 o más años. Y en el resto de las comunidades rurales, una escasa corriente turística hace ver un abandono de toda la riqueza natural, etnográfica, antropológica, paleontológica, ecológica y paisajística, que bien pueden constituir la atrracción nacional e internacional.
La estadística del Censo en el último año, nos expresa un vaciamiento poblacional de las comunidades rurales hacia centros urbanos que son la atracción de los pobladores. En contrapartida las políticas públicas municipales de fomento a la producción no muestran aún su verdadero potencial, mas al contrario existe una disminución clara y se hace creciente la importación de productos agropecuarios o ventajas en el precio de mercado.
Si consideramos y realizamos un inventario de la riqueza turística en el área rural nos encontraremos con rutas o circuitos que deben ser operados por privados y necesariamente apoyados por políticas estatales.