Desde su origen, como subproducto cultural de la comunicación de masas, el cómic ha sido una divertida y motivadora fuente de información de una gran variedad de asuntos entre los que, sin duda, la ciencia ocupa un lugar destacado. Es fácil encontrar conceptos de mecánica clásica, de electromagnetismo, de astronomía, de física cuántica o de relatividad explicados a través de científicos locos o villanos extraterrestres capaces de transformar la materia, viajar en el tiempo, mutar por efecto de los rayos cósmicos o de obtener poderes a través de minerales procedentes del espacio en forma de meteoritos. Los cómics no son ensayos científicos, pero su lenguaje directo y su estética simplificada lo convierten en una magnífica herramienta de divulgación científica.
Tintín en la Luna
El creador de Tintín, el belga Georges Remi (Hergé), tuvo mucho cuidado para que sus libros fueran científicamente rigurosos. En 'Objetivo: La Luna' (1950) y 'Aterrizaje en la Luna' (1953) relata la construcción de un reactor nuclear y su uso para propulsar el cohete, inspirado en el misil alemán V2 de Wernher von Braun. Narra también los efectos gravitatorios de los asteroides y las consecuencias de su impacto. En sus viñetas se aprecia cómo los líquidos adquieren la forma esférica en ingravidez o cómo frenar la aceleración del cohete en su alunizaje.
Representa, además, los movimientos en la gravedad lunar de sus personajes, que en sus paseos descubren accidentalmente agua helada bajo la superficie. Tintín no sólo se anticipó 15 años a la NASA en pisar la superficie de nuestro satélite, sino que en septiembre de 2009 la NASA publicó algo que ninguna misión tripulada había descubierto: la detección de agua en la Luna.
El Quimicefa del Pato Donald
Los cómics también han servido de inspiración a algunos investigadores. En una historieta del Pato Donald de 1944, mientras este personaje se divierte con sus sobrinos realizando un experimento de química,
descubre el Duckmite, una sustancia explosiva que usa para impulsar un cohete hasta la Luna. El descubrimiento de Donald es en realidad la primera mención en la historia del metileno, CH2. Tras su publicación, varios laboratorios se mostraron interesados por esta sustancia cuya existencia no pudo probar la espectroscopía hasta veinte años después.
Videoconferencia con Flash Gordon
Los cómics de Flash Gordon mostraron cierto interés en divulgar la entonces incipiente exploración espacial. Su punto de partida -la inminente colisión de un asteroide y los planes de desviarlo con un cohete-, muestra una especulativa solución que la ciencia investiga actualmente, claro que sin tripulación a bordo.
También viajó a la Luna donde consiguió escapar a varias trampas gracias al conocimiento científico como, por ejemplo, descifrando unos sonidos como la secuencia del número pi, 3-1-4-1-6, o al identificar los elementos de la tabla periódica correspondientes al Nitrógeno y Oxígeno que componen la atmósfera terrestre. Pero lo más asombroso es descubrir en una viñeta de 1937 cómo los soldados del villano Ming el Despiadado utilizan un ordenador portátil para comunicarse con su líder en una especie de videoconferencia por Skype.
La física de los superhéroes
James Kakalios, físico de la Universidad de Chicago, reunió en el libro 'La física de los superhéroes' todas estas cuestiones relacionadas con los superpoderes de los más populares personajes del cómic. En él examina las leyes de la fuerza y el movimiento con Supermán, así como la imposible gravedad del planeta Krypton, y analiza si la tela de araña puede o no sujetar a Spiderman, entre otros asuntos. De esta forma, convierte a estos personajes en sustitutos de las abstractas explicaciones con cuerdas, poleas y planos inclinados de las lecciones de física. El éxito de este libro convirtió a su autor en asesor científico de la adaptación al cine del cómic Watchmen.
Historia del Universo
La colección 'Historia del Universo en cómic' del matemático y dibujante Larry Gonick se lleva publicando por entregas desde 1977. En esta historieta se hace un recorrido por toda la historia del conocimiento y la ciencia a través de los viajes en el tiempo que realiza una especie de alter ego del propio autor con la apariencia de Einstein, cuya máquina se activa al leer un pasaje de cualquier libro de historia. Científicos como el conocido astrónomo y divulgador Carl Sagan han declarado su admiración por este cómic.
Viva la Ciencia
El libro 'Viva la Ciencia' del catedrático de historia de la ciencia José Manuel Sánchez Ron y el dibujante y periodista Antonio Mingote es otro ejemplo que demuestra la perfecta sincronía entre dibujo y texto para divulgar ciencia. En su prólogo podemos leer: 'Hemos escrito y dibujado este libro para ayudar a cuantos más mejor a que la ciencia no les sea extraña'. Y añaden: 'nos gustaría que estas paginas pudiesen servir para que todos aquellos a los que les fue negada (o rechazada) la luz de la ciencia, esto es, aquellos que no tuvieron la oportunidad de recibir alguna educación científica, puedan familiarizarse ahora con algunos de sus contenidos y características.'
Astronomía en Viñetas
Estimular la curiosidad del lector aprovechando el hilo de la actualidad es una buena herramienta de divulgación. La ciencia es de las pocas noticias buenas que publican los periódicos. Por ello, a veces ocupa un lugar destacado en las tiras de prensa diaria. 'Astronomía en Viñetas' es una interesante iniciativa del Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife que ha reunido en una exposición una docena de viñetas cómicas publicadas en prensa y que han sido cedidas por un grupo de dibujantes nacionales e internacionales formado por Joaquín Lavado (Quino), Antonio Mingote (Mingote), Antonio Fraguas (Forges), Ramón Rodríguez (Hipo, Popo, Pota y Tamo) y Pepe Medina (Medina).