Saben cuál es su lado de la trinchera en la lucha de ricos contra pobresUrgencia y diversión es lo que transmite Ivan Guevara en Bodas de plomo, una historia de quinquis en la Barcelona preolímpica que ha escrito y que leemos como si no hubiera mañana, capítulo a capítulo, con la rapidez conque se mueven sus personajes por las calles.Destaca la oralidad, la fluidez de esta historia. Es una de esas historias que cobran mayor sentido porque su narrador apela al lector continuamente. Como si compartiésemos barra con Mario y tuviésemos tanta impaciencia por seguir escuchando como él por seguir contando. Giros populares, voces de la calle, argot, todo dinamiza la voz del narrador, que suena especialmente convincente.
Mario y el Rata acaban de salir de la Modelo y no tienen un céntimo. Ni cortos ni perezosos, publican un eufemístico anuncio en Páginas amarillas, ofreciéndose para "resolver" lo que haga falta. No tardará en llegar la propuesta de un ricachón, amante despechado, que pide sangre... En la línea de Chandler, los dos quinquis cuestionan las órdenes, establecen un juicio moral y desobedecen al pagador: en la lucha de ricos contra pobres, saben qué lado de la trinchera les corresponde...
Discreparé de los lectores que comparan Bodas de plomo con las películas de Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma: estos cineastas, que se batían el cobre entre el sensacionalismo amarillista y la denuncia social, tenían como máxima dar visibilidad a colectivos y personajes que habían estado excluidos y marginados. Ese no puede ser por lógica el objetivo de Iván Guevara, que inteligentemente opta por la diversión y la evocación nostálgica.
Guevara resuelve además Bodas de plomo con una narrativa fuerte, sin permitirnos un descanso. Se nota su pasión por el cómic porque él también sabe que lo más importante no es dibujar o colorear de forma virtuosa, sino facilitar el salto de una viñeta a otra.
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David G. Panadero