Es la célebre música, en óptimas dosis, y las excepcionales caracterizaciones de los actores, la de Brian May destaca sobremanera, en un diseño de producción detalladísimo, lo que nos transporta y volatiliza los ciento treinta y pico minutos que dura la película. Es de justicia valorar a Rami Malek, que pese al leve parecido físico con el Divo logra captar sus gestos y poses tan características en el escenario, sobre todo en la apoteósica recreación del concierto Live Aid en 1984. Obligada para los que han olvidado como se vibra cuando el cine y la música hacen una perfecta comunión.
Puntuación @tomgut65: 7/10