Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid y heredero de Esperanza Aguirre, teme que desde el Gobierno central le boicoteen el proyecto de Eurovegas y de su gigantesca inversión de 18.000 millones de euros.
Sus sospechas recaen especialmente en la ministra de Sanidad, temerosa de la reacción del puritanismo de izquierdas y derechas, del antiamericanismo y del antisemitismo si se enmienda la segunda ley antitabaco de Zapatero, de 2011, para permitir fumar en esa ciudad del juego y de los congresos.
Siendo Eurovegas una ciudad de pecado y perdición, ciertamente echar humo será un vicio minúsculo frente al de los jugadores que saldrán desplumados de los casinos.
Madrid espera enriquecer su economía con esa inversión y con sus 200.000 puestos de trabajo, directos e indirectos, según prometió el mayor accionista de Las Vegas Sands, Sheldon Adelson.
Mariano Rajoy, Sáenz de Santamaría, Aguirre y González le prometieron a Adelson en 2012 que enmendarían inmediatamente la ley antitabaco, tan drástica, que endureció la propia ley zapateril de 2006.
Personas cercanas al gobierno madrileño creen que la principal culpable del retraso, que podría hacer naufragar el proyecto, es Ana Mato, acosada además por los recortes en su departamento y por su cercanía familiar al escándalo Gürtel.
Mato teme ser azuzada por la prensa, la izquierda, la cristianodemocracia clerical de su partido que quisiera poder prohibir los pecados ajenos, y por otros políticos fumadores antitabaco, como Zapatero, además de por los abundantes antiamericanos y antisemitas, pues Sheldon tiene las nacionalidades estadounidense e israelí.
En Las Vegas y los grandes casinos de todo el mundo se fuma. Es parte del ambiente que mezcla lujo, pasiones y cutrez.
Y quien no quiera humo, ni trabajar entre sus volutas, ni perder jugando, que no vaya a esos lugares tan nefandos: nadie les obliga a entrar.
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