Revista Política

Bolinaga

Publicado el 17 enero 2015 por Alejandropumarino

Bolinaga

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se ha pronunciado este miércoles sobre el estado de salud del etarra Josu Urebetxeberría Bolinaga después de que se conociera que el fiscal pide para él 29 años de cárcel por el asesinato de un guardia civil. En su día, cuando el terrorista fue excarcelado por sufrir un cáncer terminal, Fernández Díaz afirmó que no hacerlo supondría “prevaricar”. Dos años y medio después, el ministro ha tratado de justificar que continúe en la calle“.

Uno, que es profesional de este ramo, no entiende muy bien lo que quiere decir el señor ministro al afirmar que no hay enfermedades, sino enfermos, extremo con el que, por otra parte, estoy totalmente de acuerdo. Lo que no comprendo del todo es el calificativo de enfermo terminal a un paciente que lleva dos años y medio tomando vinos en Mondragón y ganando peso de forma tal llamativa que va a precisar en breve plazo una dieta de adelgazamiento. Sí estoy de acuerdo en una cosa: Que los delitos cometidos por el etarra son terribles y que mientras sus víctimas se pudren en las tumbas, el supuesto paciente con un cancer en su fase final, lleva camino de tres años bebiendo chiquitos en el mismo pueblo donde los familiares de sus asesinados lloran a los seres queridos. Y eso, señor ministro, es sencillamente una ignominia.

La entrada había sido escrita hace días, cuando el etarra aún no había fallecido. Su muerte le hace un gran favor al ministro, que puede justificar la imprecisión en los dos años y medio que sobrevivió como terminal en un error médico. El fallecimiento de Bolinaga no me alegra; la muerte de un ser humano, por despreciable que sea, me produce tristeza; no puedo perdonar sus crímenes, y seguiré defendiendo que las ideas de su grupo asesino están tipificadas como delirantes en los tratados de Psiquiatría, pero no puedo alegrarme de que muera, por mucho que sus víctimas lleven años en sus sepulcros; hubiese merecido la cárcel hasta el fin de su tiempo, pero la política y las leyes son así, y es el precio que pagamos por la libertad que estos asesinos siempre han intentado arrebatarnos.


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