Josu Uribetxeberria Bolinaga por fin ha muerto. En cualquier otra situación empezar un artículo con una frase así no sería ni agradable, ni motivo de alegría, en el caso de quien nos ocupa ahora para mi si. Llevamos esperando a que este terrorista asesino y carcelero de Ortega Lara se muera desde Septiembre de 2012, fecha en la que ese vergonzoso acuerdo de ETA con el gobierno de Zapatero, y continuado por el gobierno de Rajoy, se cobraba una de sus prendas.
Todos asistimos a su excarcelación entre sorprendidos, desorientados y, sobre todo, indignados, puesto que era la primera, de las muchas veces, en que el gobierno de Mariano Rajoy traicionaba una de las promesas electorales por las que llegó al poder, la de la lucha contra el terrorismo. El hecho de excarcelar a un delincuente como Bolinaga por su supuesta enfermedad terminal no era más que una falacia y una forma de ir pagando acuerdos con ETA, humillando no sólo a las víctimas del terrorismo, también al resto de españoles de bien.
La justificación para su excarcelación fueron unos supuestos derechos humanos que el nunca respetó con sus víctimas, fueron los derechos humanos respetados de un inhumano. Como, supuestamente, su “cáncer terminal” iba a acabar con el en menos de un año había que intentar que este asesino tuviese una muerte digna en su casa. Había que respetar que el tuviese la dignidad que el había negado a sus víctimas, esa misma dignidad que el gobierno no había respetado en los familiares de sus víctimas poniendo a este sujeto en la calle.
Este fue el principio del fin de la relación de muchos de nosotros, votantes de siempre del PP, con el Partido Popular de Mariano Rajoy. Esta fue el comienzo de la demostración de la traición y la mentira en la que se fue comenzando a instalar este presidente mentiroso y cobarde. Esa fue una de las primeras de todas, poco a poco llegaron las siguientes mentiras cada vez mayores en número y más descaradas.
Como hemos podido comprobar la supuesta enfermedad terminal de Bolinaga no era tal, casi dos años ha tardado en acabar con el esa enfermedad terminal. Casi dos años en los que el asesino se dedicó a pasear su palmito tomándose chiquitos con total tranquilidad mientras los familiares de sus víctimas asistían al espectáculo completamente desencajados.
Ha tardado, pero ha llegado, dice el refrán que a cada cerdo le llega su San Martín, bien, pues a este cerdo asesino ya le ha llegado, que te den Bolinaga, púdrete en el infierno.