Empezamos nuestro primer día en Bolivia llegando a Santa Cruz. Después de descansar unas horas debido al jetlag, desayunamos y fuimos a recorrer el centro histórico de la ciudad.
Empezamos en el Museo de la Independencia Cruceña ubicado a cuatro cuadras de nuestro hotel. La misma señorita que nos atendió en la sala de la entrada nos hizo de guía explicando la historia de la independencia a través de cuadros y de personajes que hicieron a esta región independiente cuando se firmó el tratado en febrero de 1825.
Justamente se realizó en este edificio, lo que fue el Cabildo. Más tarde el país, tras seis meses de lucha logró la independencia en su totalidad.
La personalidad de los cruceños, de carácter combativo, hizo que su propia región fuera la primera en independizarse, siendo a día de hoy el departamento más rico con más del 50% del PIB.
Este año se cumple en Bolivia el Bicentenario, los 200 años de la independencia. Después fuimos hacia la Basílica Menor de San Lorenzo, consagrada en 1915, destacando el techo de madera en su interior y de ladrillo en todo su exterior.
Saliendo de la basílica, fuimos hacia el Museo de la Ciudad Altillo Beni.
Ubicado en una bonita casa antigua con soportales y en su interior, de estructura en vidrio y hierro, pudimos apreciar una bella exposición de cuadros de la vida rural dividida en tres plantas.
Desde arriba se podía apreciar una bonita vista de la basílica y de los tejados de las casas rebozadas de tejas antiguas.
Entramos en la antigua Universidad donde se encontraba el Museo Regional con un patio central.
En sus habitaciones se exhibía una muestra de cuadros con los indígenas y sus formas de vida, además de instrumentos de música, máscaras, alfarería y utensilios de caza y pesca.
También había un pequeño apartado de las Misiones de Chiquitos. Un lugar interesante dentro de un hermoso edificio.
Desde aquí nos fuimos al Mercado Florida donde la gente local mostraba los productos en venta junto con los pescados de río como el surubí y también había comedores donde la gente por 1 o 2 euros tomaban sopas, picante de pollo, majaditos, bifes… etcétera.
Fuimos a tomar un refresco de agua de soda con canela pasas y limón y Francisco probó la cerveza Huari. Lo tomamos en una casa antigua que contenía un patio central con música relajante.
Era un lugar bonito, además esta casa-museo perteneció a Don Melchor Pinto Parada, un médico que expresó su amor por los humildes. Tenía una humanitaria filantropía médica con la gente de escasos recursos.
Descansamos un rato al hotel pues la noche habíamos dormido tan sólo 4 horas.
Después fuimos a cenar al Restaurante El Aljibe, un local que lleva desde el 2009 funcionando con platos típicos de la gastronomía cruceña y donde servían chicha con agua hervida al cien por cien y los refrescos tenían hielo certificado. Pedí chicharrón de surubí y Francisco pacú al horno.
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