Ready Player One
Ernest Cline
Ediciones B. Colección Nova. Barcelona. 2011. Traducción de Juanjo Estrella. 464 páginas. 18,00 €
La nostalgia. La nostalgia nos atrapa, nos zarandea, nos arrastra, nos secuestra a tiempos idealizados y glorificados en los que las responsabilidades no se habían hecho un hueco a codazos en el mostrador imaginario de nuestras prioridades. Cuando todo era juegos, risas y cualquier cosa, fuera una novedad o no, resultaba un descubrimiento el tiempo parecía estar bañado en el refulgente y titilante resplandor del oro. Con el paso del mismo, cuando la experiencia nos presentó al escepticismo y nuestra capacidad para sorprendernos desapareció en una tormenta de hormonas descontroladas, falsos sentimientos de madurez y primeros pasos hacia la esclavizadora realidad, la semilla de la nostalgia comienza a germinar en nuestro interior. Años más tarde, un titubeante: “Te acuerdas de…”, desencadenas una reacción que nos lleva a volver atrás, que paremos nuestro proyecto de vida momentáneamente, para mirar a la ventana de nuestros recuerdos y es entonces cuando, dependiendo de lo mucho o poco que hayamos conseguido en la vida, quedamos atrapados por esa visión sublimada de nuestro pasado.
Personalmente creo que, a ese conjunto de ideas, es a lo que responde el movimiento Neo 80’s. Los niños de ayer, convertidos en los adultos del hoy han traído sus recuerdos al presente con el fin de revivir, de algún modo o forma su infancia mientras que se la presentan a la audiencia más joven como una época mágica en la que la sorpresa era una constante y no un sueño. Ernest Cline (Ohio, Estados Unidos, 1972) parece ajustarse a ese plan en su primera novela, Ready Player One, un relato de aventuras en la que la nostalgia de sus buenos viejos tiempos se dan la mano con la literatura postapocaliptica y la ciencia ficción en una aventura poco exigente a nivel literario, extraordinariamente agradecida de leer y recomendable para todo tipo de lectores independientemente de que cacen el sin fin de referencias utilizadas por el autor en las livianas 464 páginas que componen su opera prima.
Convertida en fenómeno literario, Ready Player One transporta al lector al cercano 2044. En él, como todo el mundo, nuestro protagonista, un joven a punto de graduarse del instituto llamado Wade Watts, prefiere pasar más tiempo dentro del videojuego OASIS que aceptar la realidad del mundo en el que le ha tocado vivir. Las hambrunas, guerras, crisis económicas y conflictos desaparecen una vez el usuario entra en ese mundo virtual en el que se puede alcanzar lo que siempre se deseó ser. Es entonces cuando, James Halliday, creador de OASIS, fallece y su testamento es una invitación a todos los usuarios de su creación a una búsqueda del huevo de pascua en el infinito espacio virtual en el que sus avatares viven. El que sea capaz de desentrañar los complejos acertijos de Halliday, basados en sus recuerdos y filias, no solo será considerado el mejor jugador de OASIS, sino que además se hará con la fortuna de su creador. Nuestro protagonista, ahogado por su triste realidad, se sumerge en la cacería del huevo de pascua como único fin de su vida, mientras otros jugadores y una malvada multinacional hacen lo propio. ¿Conseguirá Wade Watt abrir las tres puertas que le separan de la inmensa fortuna de Halliday? Solo si leen la primera obra de Ernest Cline lo averiguaran.
Una vez presentado el argumento y destacando lo agradecida que es de leer esta ligera obra de ciencia ficción, debo señalar que por momento, más allá de las referencias, la novela presenta ciertas inconsistencias narrativas de género que no se le pasaran al lector más avezados. Por momentos parece que Cline desea abarcar todos los subgéneros que le dan la mano a la ciencia ficción tradicional como apoyo y eso hace que su relato se resienta en algunos pasajes. Por otro lado, el drama y la emoción son un tanto efímeros ya que más allá de unas pocas dificultades, desde las primeras páginas, el que decida pasearse por sus páginas tiene la sensación de que la trama es un camino de rosas cuesta abajo para el protagonista. Lo positivo es que nada de lo que ocurre es excesivamente aleatorio ya que Cline se esmera en dar una razón de ser a cada evento de los que podemos leer en los diferentes capítulos que conforman el mundo que ha creado.
En general, Ready Player One es mucho más que un viaje nostálgico en algunos momentos inconsistente. Cline, crea una novela muy agradecida de leer que invita a todo tipo de público a pasearse por sus páginas gracias a lo refrescante de su planteamiento en términos de la ciencia ficción postapocaliptica y a lo ágil de su narrativa. Lo único que me queda por escribir querido lector es: Ready player one?
César del Campo de Acuña.
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