Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes: cosas que me hubiera gustado contaros aquí pero de las que hablé en mi Facebook. En la revista Historia y Vida del mes de septiembre se publicó un reportaje titulado "Las mujeres de Roma", firmado por esta servidora. Me hizo una ilusión especial pasar a formar parte de las páginas de esta excelente revista, igual que sucedió con Muy Historia el mes de abril. Fue genial.
Luego, durante la primera quincena de octubre estuve preparando la visita anual a la feria de Frankfurt, de las entrañables vanidades y los queridos oropeles, aunque también de las amistades de ley, viejas y nuevas. Descubrí que no hay veteranía que valga ante el lujo y la sensación casi embriagadora (exhilarating, dicen los ingleses) de ser tu propio dueño. Pasear por los pasillos de la feria, en buena compañía, hablar de libros y no de ventas, de escritores y no de fichajes, fue relajado y no parecía trabajo (aunque lo era). Terminamos cansados (eso sí fue como siempre )y vimos muchísimos libros interesantes. Conocimos a editores de aquí y de fuera que están impulsando sellos magníficos, unos más establecidos y otros más nuevos. Un balance redondo para un Frankfurt increíble.
El inconveniente, claro está, es que la tarea literaria queda aparcada detrás de la montaña de trabajo del día a día. Pero no me quejo, porque es difícil estar mejor. En el frente laboral, septiembre ha sido un mes fantástico y octubre promete. Y en cuanto cruce la frontera de noviembre, me alejaré un poco del día a día virtual para sumergirme en los personajes de mi tercera novela, que están pidiendo a gritos una revisión pausada, en una mesa de roble y con té humeante al lado, en lugar del repaso que les doy, a salto de mata en aeropuertos, habitaciones de hotel y en sobremesas robadas al sueño. Será que saben cuánto les quiero.