Revista Expatriados
Filipinas está formado por m'as de 7000 islas. Manila está situada en Luzón, la isla principal. Está es quizás la parte menos atractiva de Filipinas. Sin embargo, cuando nos desplazamos a cualquiera de sus otras islas empezamos a descubrir la verdadera belleza de este país. Boracay es una isla paradisíaca situada a unos 315 Km de Manila. Es sin duda uno de los principales destinos turísticos de Filipinas, se puede decir que es como la Ibiza de este país. Fiesta toda la noche, surf, buceo… Una maravilla.Nosotros no íbamos buscando la fiesta, así que decidimos ir al Hotel Shangri-la de Boracay. Este hotel está mas alejado y escondido del resto de la isla. Con sus dos playas privadas y una localización inmejorable, este lugar es de verdad un paraíso en la tierra.
Arenas blancas y finas, unas aguas cristalinas que siempre nos dejan ver el fondo del mar y sus numerosos habitantes. Cuando la noche va cayendo se puede escuchar ese ruido tan característico de la selva, es entonces cuando podemos ver bandadas de zorros voladores surcando los cielos de Boracay. Los zorros voladores son una especie de murciélagos gigantes que pueden alcanzar los 150 – 180 cm de envergadura. Afortunadamente solo comen frutas. Son típicos de está zona de Asia, de hecho no era la primera vez que nos encontrábamos con ellos, ya tuvimos oportunidad de verlos y oírlos – el sonido de su aleteo al volar es impresionante- en Sri Lanka, Maldivas y Camboya.
Para llegar a este paraíso hay que coger un avión desde Manilla. Nuevamente decidimos volar con Cebú Pacific. La verdad es que tampoco hay muchas mas opciones. Los vuelos locales están restringidos a los operadores extranjeros, así para desplazarnos de isla en isla solo podemos volar con compañías locales. En este vuelo nos pasó algo bastante gracioso. El aire acondicionado parecía estar averiado. Por encima de la ventanillas empezó a salir una gran cantidad de humo blanco, quiero decir mucho más de lo habitual. Al principio salía más o menos por todo el avión, lo que ocasionó las quejas de los pasajeros. Pero después el humo blanco quedo localizado exclusivamente en un asiento. La mujer que ocupaba ese asiento permanecía impertérrita mientras se iba perdiendo, literalmente, entre la espesa niebla. Y así, desaparecida, estuvo la buena mujer gran parte del viaje. Mientras, la gran mayoría de los pasajeros y azafatas se morían de la risa. Tengo que reconocer que a mi también se me escapó alguna sonrisilla. Y por fin llegamos a Boracay. Allí nos esperaban para llevarnos en barco privado a nuestro hotel. La verdad es que la recepción fue perfecta. A las pocas horas ya estábamos bañándonos en una playa completamente desierta. Las playas de Boracay desde luego no tiene nada que envidiar a las de Maldivas o Bahamas por ejemplo. Mas bien al contrario. Pero además, si nos cansamos de tanta playa paradisíaca, el hotel tiene una de esas piscinas infinitas con Jacuzzis en cada esquina. Incluso el último día pudimos reservar ( lo que básicamente es llegar el primero) una especia de cabaña con piscina y un jacuzzi privado.
¿Es todo tan perfecto? Pues la verdad es que no. El servicio del hotel en muchas ocasiones dejó mucho que desear. El primer problema lo tuvimos con el médico del hotel. Diego se arranco un trocito de uña y sangraba un poco, nada cuatro gotas. Así que nos acercamos al medico, este le corto la uña, le puso betadine y una tirita. La sorpresa vino cuando nos quiso cobrar 3000 pesos, unos 50 euros, por 30 segundos de trabajo. En cuanto le dijimos que lo pagamos sin problema pero que íbamos a hablar con el director a ver si esos eran los precios normales, el médico salió corriendo detrás de nosotros diciendo que no nos preocupáramos, que no nos cobraba nada.A la mañana siguiente decidimos bajar al pueblo a comprar papilla para Diego. Hay un servicio de mini buses que te lleva en diez minutos. Además, el autobús para justo en la puerta de un supermercado, con lo cual le dije al conductor que esperase dos minutos, y regresábamos al hotel con él. Pues se negó en rotundo. Y de verdad que eran dos minutos. Supuestamente a la hora tenían que pasar a recogernos, pero tardaron casi tres horas. Y allí estábamos nosotros, con un calor de justicia y un bebé de pocos meses. Se podrá decir que, bueno, es lo típico en estas tierras, que hay que aceptarlo y no estresarse… Sí, de acuerdo, pero es lo que dice Marisa, no puedes dar ese tipo de servicio pero pretender cobrar más caro que el Four Season de Nueva York. Esto es principalmente lo que creo que está impidiendo que Filipinas se convierta en un destino turístico de primer nivel.Aún así, no hay mal que por bien no venga. Encontramos un bar llamada “The Hobbit house bar”. Un bar donde los camareros ( que son todos enanos, por cierto) ponen una cerveza buenísima.
Mario Jiménez.