22 de noviembre de 1975
“Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios,
cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino
y guardar lealtad a los principios que
informan el Movimiento Nacional”
Ahora que un nuevo escándalo borbónico llega a las cabeceras de todos los medios de comunicación, algunos españoles, muchos, se llevan las manos a la cabeza, sorprendidos y hasta recelosos de las informaciones que llegan sobre un rey que ya no lo es y sobre su heredero. Yo propongo que, ahora que estamos confinados en nuestras casas, nos demos a la lectura de alguno de los muchos libros y artículos que hay publicados sobre esta dinastía.
Lo que se está publicando sobre el delfín de Franco es solo la punta de un iceberg monumental, si la justicia profundiza en el asunto llegaremos a ser conscientes de la inmensa fortuna que está en manos de todos los miembros de la dinastía borbónica que aún respiran. Una fortuna que hemos pagado entre todos con nuestros diezmos e impuestos desde hace más de tres siglos.
Mientras que todo esto sucede, mientras que nuestros politicos y nuestros jueces buscan excusas para perpetuar esta monarquía, las clases trabajadoras ven como cada día su esfuerzo se dilapida en una institución obsoleta, una institución que nada puede aportar al pueblo.
Juan Carlos de Borbón debe comparecer ante la justicia y dar cuenta de su comportamiento y acciones, la justicia debe aplicar el Código que corresponda con todo su rigor, y además debe hacerse con prontitud y sin interponer esos indecentes muros protectores basados en una Constitución hecha a la medida de la corona. En el caso de Juan Carlos de Borbón, prestigiosos expertos afirman con rotundidad que su figura no es inviolable por mucho que el Art. 56-3 de la CE-78 lo quiera decir, sus actos llevados a cabo fuera de su cometido institucional son perfectamente juzgables, consideración que alcanza también al actual monarca Felipe de Borbón y Grecia.
Acabamos de conocer que Felipe de Borbón renunció hace un año a parte de la herencia paterna, concretamente al dinero existente en la Fundación "offshore" Lucum que le pudiera corresponder, un acto sin validez alguna, la renuncia es nula según nuestro Código Civil. En el fondo y en la forma un inaceptable lavado de cara, sobre todo si tenemos en cuenta que Felipe de Borbón hace tiempo que era conocedor de la situación y origen de los dineros de su padre, y además es beneficiario de ellos según consta en los papeles de dicha fundación; y es ahora, cuando el escándalo salta, cuando se nos pone digno, aprovechando además el desconcierto que a nivel general está provocando la epidemia que estamos padeciendo, un "borboneo" en toda regla.
También nos dicen que Felipe de Borbón ha quitado a su padre la asignación económica que la Casa Real le tiene asignada, una cantidad que, siendo inalcanzable para el resto de los mortales de a pie, para Juan Carlos de Borbón es una minucia, máxime si tenemos en cuenta que el rey emérito vive en el palacio de la Zarzuela a cuerpo de rey, por supuesto a nuestro cargo. Ahí pretende Felipe de Borbón que quede todo.
Los españoles hemos transigido con un rey impuesto por un dictador al que admiraba y admira. Con una Constitución redactada bajo el ruido de los sables. Hemos mirado para otro lado ante una abdicación vergonzosa y vergonzante. Estamos soportando como rey y como Jefe del Estado a uno de los miembros de esa dinastía que tanto daño, y durante tanto tiempo, ha hecho al pueblo español. Un rey escondido ante los graves problemas por los que atraviesa el país. Un rey incapaz, siempre bajo sospecha, como todos los borbones, tanto los que han reinado como sus incontables familiares.
Desde el espacio republicano se clama, cada día con más fuerza, por la abolición de la monarquía en España. Hay varias opiniones sobre la forma de hacerlo, todas ellas viables y todas ellas nos convertirían, de la noche a la mañana como en 1931, en ciudadanos en lugar de súbditos, que es lo que ahora somos.
Se le atribuye a Valle-Inclán esta frase sobre Alfonso XIII:
“Los españoles han echado al último Borbón no por Rey, sino por ladrón"la verdad es que no estoy muy de acuerdo con D. Ramón María, no del todo, a Alfonso XIII se le echó de España por ser un rey nefasto, como todos los borbones...y además por ser un avezado ladrón, integrante de una dinastía corrupta hasta la médula.
En la situación actual de la monarquía, a la que hay que añadir el pluralismo que adorna nuestro arco parlamentario, del que además forman parte resistentes fuerzas republicanas, deberiamos aprovechar la ocasión y acabar de una vez por todas con esta forma política del Estado que nos impusieron en 1975, en cumplimiento de una ley franquista de 1947, ley que hizo posible que en 1969 el dictador Franco nombrara a Juan Carlos de Borbón su sucesor en la Jefatura del Estado, otorgándole al mismo tiempo la condición de Príncipe de España.
Dice un refrán español que "la ocasión la pintan calva", es decir, que las oportunidades hay que aprovecharlas cuando se presentan y además con diligencia. El primer paso es sentar a Juan Carlos de Borbón en el banquillo, al menos, y de momento, por evasión de impuestos.
Salud y República.
Benito Sacaluga