¿No os da pena cuando, paseando por vuestra ciudad, veis que constantemente se abren y cierran nuevas tiendas? Nos entristece, sobre todo, por esos pequeños negocios que no han logrado prosperar, a pesar de la ilusión, suponemos, que pondrían sus dueños en él. Pero también cuando son marcas, con más éxito y renombre, las que fracasan en el intento. No hace mucho que cerró una de estas firmas a la que éramos asiduas; ropa económica y actual, con fuertes como el punto, al que casi siempre recurríamos, y los complementos. Conservamos algunos que ya son clásicos de nuestros vestidores; unos guantes negros, largos, de piel, ¡que ya los quisiera Gilda!, una boa malva de plumas que consigue transformar la prenda más insulsa, o un pequeño bolso bordado que, cada vez que sale a la calle, se lleva un piropo. Así que, ¿por qué esconderlo en el armario entre uso y uso? A partir de ahora, lucirá y adornará uno de nuestros dormitorios con mucha coquetería. Además, tiene tantos años que, casi casi, podemos decir que es vintage, lo que le añade ese plus de valor y belleza que las cosas adquieren con el tiempo...
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Ojalá cada negocio fallido, emprendido con el corazón, fuera capaz de dejar huella en sus productos... ¿Tenéis alguna prenda o accesorio con una historia que contar?