Revista Cine
Director: John Ford
Y bueno, ya era hora de volver con el buen John Ford luego de comentar dos series tan disímiles tanto en calidad -en lo referente a sus últimas temporadas, aclaro- como en fama o ruido mediático, dos elementos que no siempre van de la mano, cuestión que ha quedado demostrada con "Game of Thrones" y su quinta temporada -otros ejemplos, más sangrantes y constantes, se pueden apreciar en la televisión gringa si es que miran bien-. Volviendo al cine, "Born Reckless" es la tercera parada de esta puesta al día con la filmografía de Ford, y por desgracia el primer tropiezo que le veo, aunque debo decir que le quito toda responsabilidad al director, afirmación expuesta no por condescendencia sino porque, simplemente, la responsabilidad recae exclusivamente en otra persona cuyo terrible y mal hacer, al menos, encuentra una destacable batalla de parte de un Ford que identifica las fortalezas del relato y las potencia, si bien las debilidades son demasiado grandes como para paliarlas por completo.
Louis Beretti es un delincuente de poca monta, un sujeto cuyo único prospecto es ganarse la vida de la manera más fácil posible: en base a robos y demás. Por esas cosas de la vida va al ejército, intenta reformar su vida, y en ese intento entra en conflicto con su antiguo estilo de vida, siempre persiguiéndolo y tentándolo a caer en el mal camino...
Todos los problemas de "Born Reckless" nacen de su impreciso, vago y antojadizo guión, incapaz de contar una historia de manera presentable y entendible, sin un conflicto argumental que se aúne con el supuesto conflicto de fondo. Prueba de lo anterior es la primera mitad de la película, en la que literalmente no pasa nada debajo de los robos, el ejército y un par de discusiones. Es un cúmulo de desventuras por parte de este Louis Beretti, arquetipo del antihéroe que intenta enfrentar sus pecados dejándolos atrás y aspirando a una vida mejor y más honorable, sin que ninguna de dichas aventuras aporte algo interesante y sólido al panorama moral, conceptual o siquiera narrativo/argumental de la cinta. Además, tiene un toque cómico que aunque haga reír -algo es algo-, le resta seriedad a un asunto que desde el mismo guión se nota que se quería tratar sin banalidades fuera de tono. Por lo tanto, en esa primera mitad "Born Reckless" es una confusa conjunción de elementos poco dados a cooperar entre sí, sin mencionar que las intenciones en dicho fragmento están poco claras: todo un reto a la paciencia.
No obstante, tenemos a Ford detrás de las cámaras, y él sí que sabe cómo y a dónde apuntar. Para empezar, el hombre sabe ejecutar las escenas, particularmente las de alta tensión que han quedado espectaculares. Entrando en detalles, y en línea con lo dicho en el párrafo introductorio -de que Ford supo identificar las fortalezas y virtudes del relato-, es interesante la manera en que retuerce una historia que luego del descalabro que es la primera mitad, en su tramo final intenta convertirse en todo un cuento moral, con un ex-delincuente que se ve obligado a enfrentar a sus amigos aún delincuentes con tal de seguir el camino de la corrección y salvación. Pero tratándose de Ford las cosas no pueden ser tan simples: el hombre no se deja engañar por las convenciones sociales y cinematográficas de ningún tipo: el bien y el mal son basuras conceptuales, falacias propagandísticas y contraproducentes al momento de narrar. Así, lo que Ford desarrolla -a contracorriente del pesado y feble guión- es, si bien aún una cuestión moral, una lucha interna, mucho más profundo -aunque sin exagerar-, sobre el honor y lo que éste verdaderamente significa, entre otras cuestiones más. El buen ojo y la buena mano de Ford, sin duda alguna, elevan la calidad de manera progresiva -tomando como punto de partida el fin de la primera mitad, un completo despropósito-, sacando provecho a los postulados conceptuales, muy interesantes como ideas pero muy mal expresados en un guión vergonzoso -no sólo por su vacuidad, sino porque se pierde en un sinnúmero de personajes y tramas que se mueven mucho pero cuentan poco-, irónicamente prescindiendo de la "estructura" del "guión" y descansando más en el fondo de cada escena en particular. Es decir, Ford asume que la trama no va a ir a ningún lado, así que aprovecha los detalles someros para contarnos algo que destaque por sobre lo inútil de esa masa llamada historia... Y si la misma no funciona, pues entonces que la cosa esté filmada como se debe. Y se nota: "Born Reckless" gana en ritmo, intensidad e interés. Por desgracia, el buen hacer -demonios, considerando la batalla que da deberíamos decir gran hacer, aunque la película se quede en poco- de Ford no alcanza a contrarrestar una primera parte para el olvido y una segunda cargada de moralina barata y un relato improvisado y poco fluido. Hay cosas demasiado "fuertes" como para contrarrestar la propia mediocre naturaleza: al menos se nota la mano y visión de un director que no se resignó a filmar porque sí.
En fin, no voy a dejar de insistir en que la razón de que "Born Reckless" sea tan irregular y, al fin y al cabo, olvidable, es el terrible guión del que parte, del cual Ford sabiamente intenta desprenderse e ir -y ciertamente ver- más allá... más allá de un simplón cuento moral sobre el bien versus el mal, más allá de un relato mal construido y planteado, más allá de un inicio francamente bochornoso por lo vacío de sus acontecimientos. Que quede claro: la dirección de Ford no es nada reprochable y, al contrario, es lo mejor y más constante del film; sólo que su labor e intenciones comienzan a notarse cuando el hombre se da cuenta de que es mejor no dejarse guiar por un ciego, tonto e incompetente que se hace llamar guionista. Recién ahí sus imágenes, su estilo y su visión cobran sentido, y ciertamente le hacen justicia a quien se sienta detrás de las cámaras. ¿Cuántos excelentes directores ven su labor vapuleada por un pésimo guión? Parece que la cosa no es nada nueva...