Si hay una tarea urgente y vital para recuperar los ecosistemas naturales y asegurar la supervivencia de numerosas especies de animales, más que aprobar cientos de leyes y normativas inútiles o suscribir tratados internacionales que son papel mojado, y que nadie respeta, es reforestar amplias zonas de alto valor ecológico.
Los bosques son necesarios para asegurar la supervivencia de las especies y del propio ser humano. Necesitamos priorizar aquellas actividades e iniciativas que son beneficiosas para conservar los bosques que nos quedan y reforestar aquellas regiones que han sido duramente castigadas por la acción del ser humano o por desastres naturales. Y es que los bosques son esa red natural que sostiene la vida en el planeta. Actualmente, apenas un tercio de la Tierra mantiene zonas de bosque, una vez esquilmada la mitad que llegó a ocupar.
La importancia de los bosques queda patente al comprobar que contienen el 80% de la biodiversidad terrestre del planeta, sin cuya correcta conservación cientos, sino miles, de especies se van al garete y se aproximan a la extinción. Por no mencionar las plantas medicinales que se obtienen de esos bosques por valor de miles de millones de dólares y la relación directa entre los bosques y el mantenimiento de más de 1.600 millones de personas que dependen de ellos de alguna manera para su subsistencia.
Los bosques son nuestro mejor recurso natural y debemos cuidarlos al máximo, pero no veo campañas de concienciación, divulgación, y pedagogía entre la población, como se hace con temas mucho más absurdos. ¿Dónde están los medios y esos periodistas para tratar temáticas realmente importantes? Lo sé, dedicados a la propaganda de la ideología de género, por poner un ejemplo muy actual.
Los bosques son importantes para los animales, su verdadero hogar, pero también para los seres humanos, porque regulan los sistemas meteorológicos y controlan las lluvias, las nieves, etc. Son importantes en zonas agrícolas y contribuyen a la polinización silvestre para producir frutos y semillas. La ignorancia hace que se talen bosques para dedicarlos a tierras de cultivo, que precisamente necesitan de su cercanía a los bosques para que sean más productivos, ya que éstos albergan los controladores de plagas más naturales, como insectos, aves, hongos, arañas, etc. Eso permite una agricultura ecológica sin excesivo uso de productos químicos que a la larga matan a todos por cáncer.
Los bosques proporcionan alimentos naturales a los seres humanos, y el hábitat perfecto para todo tipo de animales, que así encuentran su alimento y su espacio en la gran cadena ecológica.
Hoy, la situación de los bosques es desigual en el planeta. Hay países que siguen perdiendo extensas zonas de bosque y otros que las están reforestando. Un dato es alarmante: desde 2000 hasta 2017 cada año se han destruido alrededor de 13 millones de hectáreas de bosques, que es una pasada y una catástrofe de la que no se informa adecuadamente en los medios ni en la prensa.
Los bosques tienen funciones naturales irreemplazables y su valor nos reporta beneficios de todo tipo. De ahí que necesitemos apostar por la reforestación activa y la conservación de los bosques que nos quedan en el planeta.