Revista Medio Ambiente

Bosques de ribera y aguas lentas

Por Davidalvarez
Bosques de ribera y aguas lentas
Poco antes de llegar a la mar, los ríos de la cornisa cantábrica se calman y las aguas que unos kilómetros más arriba bajaban rápidas y ruidosas, disminuyen su velocidad y se vuelven silenciosas a medida que el terreno se va allanando. Al calmarse, los sedimentos arrastrados desde las montañas se van depositando en el fondo y los márgenes del río, enriqueciendo y fertilizando las vegas por las que discurre.
Muchas especies de árboles, como los alisos (Alnus glutinosa) y los sauces (Salix sp.) crecen en las orillas, aprovechándose de la humedad constante y del terreno blando, y de esta forma, sin saberlo ayudan a sujetar el terreno. Estos bosques de ribera o sotos, han dado lugar a muchos topónimos en nuestra geografía. Localidades como Soto del Barco, Soto de Luiña o Soto de los Infantes, por citar sólo tres de los más de treinta que hay en Asturies, nos dan una idea de la importancia de estos bosques para las poblaciones locales.
En los últimos años, la fiebre urbanística ha llegado a las vegas de los ríos y hemos construido polígonos industriales y urbanizaciones en los dominios del río. Talamos los árboles y los sustituimos por escolleras de rocas y bloques de homigón, pensando que nosotros éramos capaces de hacer mejor el trabajo que la propia naturaleza. Y nos hemos vuelto a equivocar. Privados de los árboles que con sus raíces fijaban el terreno, somos testigos a diario de como los ríos se desbocan y se llevan por delante todas nuestras obras mientras el terreno de las orillas se viene abajo con las primeras lluvias fuertes. Y en vez de aprender de nuestros errores exigimos a las administraciones que "limpien" las orillas de las ramas y árboles en una huida hacia adelante que para lo único que servirá es para agravar nuestros problemas.
Afortunadamente, no todos los ríos han sido canalizados ni todos los bosques de ribera han sido talados. Aun podemos encontrar algunos de ellos, cada vez menos, en la desembocadura de algunos pequeños ríos costeros. Y si nos metemos bajo el agua, veremos a los árboles bebiendo directamente del cauce, y en el fondo, los restos de ramas y árboles muertos descansando entre el lodo como fantasmas.

El río Esqueiro, poco antes de mezclar sus aguas con la mar en la playa de San Pedro de la Ribera, baja turbio debido a los sedimentos arrastrados tras las últimas lluvias.Y entre las aguas verdosas, algunos peces como los piscardos (Phoxinus phoxinus) buscan refugio entre las raíces y otros como los muiles (Chelon labrosus), abandonan el mar para adentrarse en el bosque sumergido.

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