Llegados a Boston paseamos por el Quincy Market, un complejo del siglo XIX, que aunque antiguamente sí cumplía su función de mercado, ahora se trata de un patio de comidas delicatessen, completamente abarrotado de gente y donde da pereza solo aproximarse a comprar algo. Con esa pereza hice la cola para comprar un carísimo lobster buttered roll (rollo de langosta enmantequillado?), el cual me pareció tan espectacularmente delicioso que se me deshizo en la boca en menos de un minuto. Cómo puede existir algo tan absolutamente rico? y cómo puede costar 20 dólares algo tan simple? En fin, valió la pena la experiencia de ver lo que hace el gringo medio en sus fines de semana aburridos paseando por Massachusetts.
Después del "almuerzo" paseamos por el muelle y cogimos un barco que te hace un tour por la costa enseñándote los edificios más característicos de Boston desde el agua. Un tour bonito que me permitió hacer algunas fotografías del skyline de esta ordenada (y tranquila?) ciudad.
Regresamos a la noche cabizbajos pensando que se acababan estos días de vacaciones en los que tanto habíamos disfrutado. Bye bye USA.



















