Revista Comunicación
LA ALCALDESA DE Madrid está dispuesta a plantar batalla para seguir en el Palacio de Cibeles. La decisión de la candidatura al Ayuntamiento estará en función de lo que digan, en su día, las encuestas, pero Ana Botella se ve con fuerzas como para aguantar el tirón. Es lo que cabe deducir de su conferencia en el Club Siglo XXI donde ofreció un perfil político distinto, más atrevido, al que nos tiene acostumbrados.Algunos sostienen que, con sus críticas nada disimuladas a Mariano Rajoy, la alcaldesa habló por boca de su marido, José María Aznar, de la vieja guardia popular, o en todo caso de FAES. Sea como fuere, su llamamiento a recuperar la iniciativa para “evitar una fragmentación de la base electoral del PP” o sus “dudas” sobre el proyecto político que encabeza Rajoy, han animado el cotarro popular. No es habitual en el PP que alguien, salvo Aguirre, se permita criticar la gestión del Gobierno y, desde ese punto de vista, las palabras de Botella resultan especialmente llamativas. Habrá que ver en lo que queda este episodio, si es un paso aislado o estamos ante algo más que un gesto, pero de momento la música suena a que Botella no está tan amortizada en el PP como algunos dan a entender. La crisis del Madrid Arena, el fiasco olímpico y la forma de gestionar el conflicto de la limpieza viaria parecían haberla enterrado políticamente, aunque anoche, como si nada hubiera ocurrido, no dudó en reivindicarse a sí misma.Si lo que dijo hubiera salido de Aguirre, la alcaldesa sería portada hoy en varios periódicos. La enmienda de Botella a la totalidad de la política de Rajoy no ha pasado, en cambio, de las páginas interiores. En sus manos está abrir informativos si es que, realmente, tiene hambre y ganas como para convertirse en el verso libre que tanta gloria dio a su antecesor. No es su estilo, ni posiblemente su ambición, ni tampoco atesora esa capacidad, pero en política nunca se sabe.