Este es el planteamiento tras Box, una obra de tres volúmenes escrita y dibujada por Daijirô Morohoshi, que Satori Ediciones ha comenzado a publicar el pasado 26 de octubre con una periodicidad mensual y cuenta con la traducción de Marc Bernabé. Fase a fase, prueba a prueba, como el buen survival horror que pretende ser, Box va destapando sus incógnitas a la vez que indaga en la psicología de sus protagonistas, haciendo especial hincapié en tres de ellos (y que sería spoiler mencionar). Es en este laberinto de retorcidos elementos, en ese recorrido de difíciles decisiones, donde explota el terror más físico y tenebroso que Morohoshi destila en sus páginas a la vez que reflexiona sobre nuestra propia humanidad.
Probablemente ni Box ni Daijirô lo pretenden ocultar desde el principio, pero un buen listado de referentes podría sus viñetas. La más clara es Cube (1997), el conocido film de culto de Vincenzo Natali, así como el dibujo deudor de Shintaro Kago, explorando a veces elementos grotescos dentro de lo humano, pero sin llegar a sus términos de ero-guro. Tampoco olvidemos a Lovecraft, pero comentar más supondría arruinar parte de la experiencia de descubrir lo que hay tras la Caja. Sin embargo, podemos afirmar que Morohoshi se decanta por una finalidad mucho más social. Insuflado de vida por el momento generacional y actual de su publicación (2016-2017, Kodansha), Box propone debates muy actuales y aborda algunas cuestiones de género de forma interesante.
Es así por que ninguno de los ocho protagonistas está escogido al azar. Sus edades, clase social y género son un elemento más de la historia, importante tanto en la resolución de las pruebas como de sus rompecabezas internos. La Caja es un complejo mecanismo que funciona como un espejo de sus personajes, como una radiografía interior de cada uno, invitando a sus huéspedes a resolver también sus propios rompecabezas. El hastío vital, el duelo, la identidad de género, la corrupción, la empatía. El abanico temático es amplio, enriqueciendo las dosis de terror y aventura propuestas por Morohoshi, así como dejando cierto poso social para debatir tras la lectura.
Sin embargo, y ante todo, cabe recordar que Box es un enorme jeroglífico repleto de pruebas y laberintos en los que perderse. Una intrincada construcción de puzles visuales y reflexiones en las que Morohoshi da rienda suelta a su imaginación. Juegos de espejos, ilusiones ópticas de lo más creativas, sombras que nos juegan malas pasadas, criaturas siniestras de lo más orgánicas o estructuras que se caen a pedazos en el último momento. La Caja es un elemento narrativo omnipotente, incontrolable e inestable, que tiene una función concreta pero que solo sus páginas te puede desvelar. Y tú, ¿te atreves a entrar?
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