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Boyacá, donde “se vende lo que la tierra nos da”

Por Bbecares

Este fin de semana he estado en Boyacá. Ese lugar que comienza no muy lejos de la caótica y contaminada Bogotá, donde un urbanita puede ir a respirar aire fresco y a sentirse tranquilo por unos días. Boyacá es un departamento (en España, algo así como provincia) lleno de aldeas muy rurales, de montañas magníficas, de tranquilidad, paz y sosiego y de carreteras terribles y llenas de enormes agujeros que hacen que si quieres llegar al norte de la región, al Cocuy, te tardes unas cuantas horas.

Los bogotanos y turistas que pasan por esta ciudad, son muy dados a conocer Villa de Leyva, pero yo que he tenido la oportunidad de conocer muchos más lugares, iría a cualquier pueblo boyacense antes que a este, que se ha convertido en demasiado turístico, pijo (pupi como dicen en Colombia), caro… es casi un barrio de Bogotá.

A este se le llame el peñón de los muertos porque fue donde se suicidaron la tribu indígena que hoy en día se conoce como los Uva cuando los españoles intentaron someterlos. Eran una tribu pacífica que carecía de armas para defenderse. Los españoles colonizadores llegaron arrasando sus tierras. Ellos decidieron realizar un suicidio colectivo antes que someterse. Tanto fue así que bloquearon el río con sus cuerpos muertos. Se calcula que a dia de hoy quedan unas 36 mil personas de esta tribu indígena, según UNICEF.

A este se le llame el peñón de los muertos porque fue donde se suicidaron los miembros de la tribu indígena que hoy en día se conoce como los U’wa (antes tunevos) cuando los españoles intentaron someterlos. Eran una tribu pacífica que carecía de armas para defenderse. Los españoles colonizadores llegaron arrasando sus tierras. Ellos decidieron realizar un suicidio colectivo antes que someterse. Tanto fue así que bloquearon el río con sus cuerpos muertos. Se calcula que a dia de hoy quedan unas 36 mil personas de esta tribu indígena, según UNICEF.

Sin embargo, la Boyacá profunda es un lugar muy original. Sus gentes siguen siendo muy tradicionales, muy rurales y tan tan amables y acogedores. Boyacá está lleno de artesanos de toda la vida. En cada pueblo puedes encontrar un producto diferente que comprar: cestas, mermeladas, cerámicas, prendas hechas de lana… y todo al estilo tradicional. Los hombres boyacenses son conquistadores, les gusta bailar, sobre todo el vallenato, una de las músicas tradicionales de Colombia, muy típica de la costa caribe y de la que los bogotanos suelen quejarse que no les gusta (creo que es una excusa para no bailar, porque a los de Bogotá les gusta menos bailar que al resto del país).

Tuve la oportunidad de salir de fiesta con un grupo de chicos. Allí me contaron que la política se hace bebiendo aguardiente (el licor más típico del país, que es anís) con los vecinos del pueblo. Boyacá, como sucede más comúnmente en las zonas rurales la gente se emborracha muchísimo y habla constantemente del alcohol y de sus momentos de embriaguez.

Estuve con el aspirante a alcalde de uno de los pueblos. Muchos de los vecinos, ya todos bien bebidos me decían ¡Viva J.! (es como le llaman) ¿Tú también vas a votar a J.? (el alcohol les impedía a algunos darse cuenta de que yo no era del pueblo). Luego el mismo J. (que llevaba haciendo política, como él decía, desde las 8 de la mañana, esto es bebiendo) me contó que sí, que mucho ¡Viva J.! pero que todos le venían diciendo “yo te voy a votar pero querría…” y, tras pagar la cuenta en la discoteca a un grupo de unas 15 personas que nos rodeaban me dijo que “ser candidato es muy costoso”. Y es que así funciona la política aquí.  A cambio de una lechona (un cerdo) puedes conseguir un voto de algún aldeano.  Así que, si no tienes dinero, aunque tengas muy buen programa electoral, nunca podrías llegar a alcalde aquí, ni aunque fuera de una aldea perdida en las montañas colombianos.

Mujeres en el proceso de elaboración de la lana. Una está quitando lo negro del pelo de la oveja. Otra está tratando la lana que se está tintando con químicos. Ellas elaboran productos de este material y lo venden en una pequeña tienda.

Mujeres en el proceso de elaboración de la lana. Una está quitando lo negro del pelo de la oveja. Otra está tratando la lana que se está tintando con químicos. Ellas elaboran productos de este material y lo venden en una pequeña tienda.

Yo amo este lugar (creo que ya os habéis dado cuenta). Sin embargo, en este fin de semana me llevé varias decepciones. Por un lado, pensé que en esta zona tan rural del país no existía tanta diferencia social. Tú también lo pensarías a primera vista. La naturaleza ayuda a que esto sea así. La naturaleza nos da lo que necesitamos para vivir. Y paseando por alguno de los pueblos de la región, todos parecen vivir en las mismas condiciones sociales, lo que a su vez lleva a que no haya delincuencia o esta sea muy baja.

Sin embargo, he visto que no. Si te paseas por las veredas (lo que se le llama a las aldeas, más apartadas de los pueblos principales) te encuentras con casas en ruinas, con gente hacinada en pequeñas construcciones y que tienen que sufrir algo muy duro: las lluvias de esta época de mayo y que nunca hace realmente calor, porque Boyacá está a bastante altura sobre el nivel del mar. Son personas que trabajan los campos de otros o que han hecho una especie de asentamiento en algún terreno libre. Personas mayores, muy mayores, que no tienen más ingresos que la venta esos pocos huevos que sus gallinas dan y que necesitan caminar kilómetros bajo la lluvia o hacer autostop si tienen la suerte de que algún coche pase, para poder acceder a un pueblo donde venderlos.

Y al mismo tiempo, conocí en el Cocuy, un pueblo que vive del turismo, por estar al lado de un parque nacional del mismo nombre, una de las tantas casas de un constructor multimillonario, de gran coste, que está parada a la espera que este venga alguna vez al año de visita.

Una gran decepción saber que tampoco en el campo los ricos se apiadan del pobre.

Una casa en una de las veredas de Boyacá, entre los pueblos de El Espino y el Corregimiento de las Mercedes.

Una casa en una de las veredas de Boyacá, entre los pueblos de El Espino y el Corregimiento de las Mercedes. Difícil cuando hay tanta lluvia como en esta época del año.

La guerrilla

Boyacá no siempre fue tan tranquila. En el norte de este departamento, los boyacenses aman al ex presidente Uribe. ¿Por qué? Porque durante unos cuantos años durante la década de los 90, la guerrilla, el grupo FARC hostigó y extorsionó a los campesinos con sus malas prácticas para que les dieran parte de sus cosechas y ganado.

“No había quien se moviera de casa después de las 6 de la tarde”, “vivíamos con pánico” me contaba María, una antigua profesora de escuela del pueblo de Panqueba, cerca del Cocuy.

El ex presidente Uribe, tan odiado por muchos por ser, como la mayoría de los presidentes que han pasado por Colombia, un rico, hijo de ricos, que sólo le importa mantener y hacer crecer su patrimonio, colocó 4.000 tropas de militares en lo alto de una de las montañas en el año 2000. Hubo enfrentamientos, murió gente, pero ahora esas personas viven en paz, son felices, comen lo que “la tierra les da” sin donar una parte a ninguna banda que les obligue a ello, y aman al ex presidente.

Tras esa montaña hay 4.000 tropas de militares acampando y cuidando que los guerrilleros no entren en Boyacá de nuevo.

Tras esa montaña hay 4.000 tropas de militares acampando y cuidando que los guerrilleros no entren en Boyacá de nuevo.

Esas tropas siguen presentes. Duermen en campamentos y cuidan que la guerrilla no vuelva a  cruzar la colina hacia Boyacá. Mejor no pasar por esa montaña, no vaya a ser que te confundan y disparen. O eso dicen los aldeanos de la región.

Las prácticas de Uribe fueron totalmente cuestionables para acabar con la guerrilla. Otro día intentaré hablar de ello (la política en Colombia es muy complicada). Pero no voy a meterme. No me veréis a mí defender a un político porque no confío en ellos. Y Uribe está muy mal visto en este país y con razón. Sólo voy a decir que sí comprendo a estas personas del Cocuy y alrededores, tan encantadores ellos.


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