Con contadas excepciones, la carrera discográfica de Brad Mehldau se había centrado en trabajos en solitario, colaboraciones con otros solistas y, sobre todo, discos con su trío. Por eso sorprendió en 2009 la aparición de una nueva grabación (en formato de disco doble, además) con un par de artistas invitados y la participación de una orquesta y un pequeño coro, The Fleurettes, en adición a su clásico trío con Larry Grenadier y Jeff Ballard. Los invitados no eran precisamente unos advenedizos ya que se trataba del batería Matt Chamberlain y el saxofonista Joshua Redman, músicos ambos con los que Mehldau había colaborado en varias ocasiones en el pasado.
Realmente no se trataba de un disco para quinteto y orquesta puesto que cada pieza tiene una configuración diferente y podemos escuchar temas para piano solo, temas para orquesta y diferentes combinaciones entre esta y los cinco músicos participantes. Es un trabajo ambicioso, tanto por el formato como por la duración y también uno de los más completos de Mehldau hasta entonces ya que todas las composiciones son suyas, algo no tan habitual como podría parecer en su discografía.
“John Boy” - La primera pieza del disco es una preciosidad introducida por el piano de Brad y perfectamente secundada por Jeff Ballard con una discretísima percusión y el saxo de Redman acompañando a la sección de viento de la orquesta. Hay algo que planea a lo largo de todo el tema que recuerda al “Blackbird” de los Beatles, cosa que no puede sorprender ya que esa es una canción que Mehldau versiona habitualmente en directo.
“Don't Be Sad” - En el segundo corte participan los cinco músicos además de la orquesta y tiene un delicioso sabor a jazz clásico. Música de seda a la que las cuerdas le dan un precioso toque cinematográfico y en la que podemos disfrutar de un Joshua Redman especialmente seductor.
“At the Tollbooth” - El tercer corte es una miniatura para piano solo de Mehldau en la que apenas esboza un motivo bastante similar al del corte anterior. En cierto modo podría pasar por una coda de este.
“Highway Rider” - Pasamos ahora al típico trío de Brad con Chamberlain en lugar de Ballard a la batería, cosa que se nota mucho por el estilo de este, muy sincopado y moderno. Una especie de acercamiento a lo que más adelante hará Mark Guiliana con el propio Mehldau. Además del piano, Brad toca el mítico sintetizador Yamaha CS-80, aunque apenas lo utiliza para crear algunas texturas de relleno en determinados pasajes y para subrayar melodías en la parte final.
“The Falcon Will Fly Again” - Volvemos a un esquema similar el del corte inicial, piano y saxo compenetrándose a la perfección con los dos percusionistas acompañando en segundo plano. Ritmos quebradizos y volubles que nos deleitan hasta la parte final, con las voces de The Fleurettes ejecutando una melodía de inspiración brasileña que nos recuerda otros acercamientos a la música de ese país por parte de otros músicos de jazz como Pat Metheny.
“Now You Must Climb Alone” - La primera de las dos piezas orquestales del disco comienza con un tono melancólico muy profundo, con protagonismo de los violonchelos al principio y de los violines después. Una atmósfera pesada, más intensa a cada compás. A medio camino entre la música de Samuel Barber y los experimentos orquestales de Pat Metheny en “Secret Story”.
“Walking the Peak” - Precisamente ese parecido con el “Secret Story” lo encontramos en este corte que es una continuación del anterior. Las cuerdas se van diluyendo en el arranque mientras entran, primero el piano, más tarde la percusión y finalmente el saxo de Redman. No hay solución de continuidad entre ambas piezas por lo que bien podrían considerarse una sola. En todo caso, una composición excelente que no para de evolucionar hasta el final.
“We'll Cross the River Together” - El corte más largo del trabajo es este que abre el segundo cedé. Con la orquesta como protagonista en su inicio pese a la aparición de Mehldau y Redman en momentos puntuales, las maderas tienen su intervención más destacada de toda la obra. Como también sucedía en los cortes anteriores, el tema es un in crescendo continuo con un punto de épica, especialmente con los toques de campana que aparecen de vez en cuando. Todo parecía discurrir en esa misma línea cuando llegamos a un interludio de piano y saxo que es una verdadera preciosidad justo antes de la entrada de la batería y del contrabajo, que es cuando la pieza empieza a tomar una clara forma jazzística. El final, sin embargo, vuelve al formato orquestal.
“Capriccio” - Con el siguiente tema, Mehldau se mete en territorio flamenco como si de un Dorantes se tratase, palmas incluidas. Lo mejor de todo es que sale más que airoso del experimento funcionando igual de bien la parte de piano que la melodía principal a cargo de Joshua Redman. Un viaje inesperado con un resultado magnífico.
“Sky Turning Grey (for Elliott Smith)” - Volvemos al formato de trío más saxo (con Chamberlain a la batería) en esta pieza dedicada al malogrado multi-instrumentista y compositor Elliott Smith. Mehldau añade el órgano a su habitual piano pero el protagonista es Redman con un excelente y jovial acompañamiento de batería, de esos que solo pueden arrancarnos una sonrisa.
“Into the City” - Escuchamos por primera vez en todo el disco al trío habitual de Mehldau sin adición alguna y lo hacemos en un tema frenético con un espectacular Jeff Ballard a la batería como queriendo reclamar su espacio en un trabajo en el que Matt Chamberlain ha brillado con las baquetas en todas sus intervenciones. Por muchos motivos, uno de nuestros cortes favoritos de todo el trabajo pese a no ser el más destacado melódicamente.
“Old West” - La única pieza a dúo del disco entre Mehldau y Redman comienza con lo que parece una improvisación de éste sobre el piano de Brad y termina con una maravillosa exhibición del saxofonista ejecutando una serie de variaciones sobre la melodía principal verdaderamente inspiradas. Otro gran momento del disco que los dos músicos recuperarían en un trabajo posterior grabado en directo por ambos.
“Come With Me” - Repite el trío “titular” de Mehldau con la ayuda de Redman. Un buen corte, con una perfecta compenetración entre los cuatro que hace pensar en cómo sonaría esta formación en un disco completo del estilo del “MoodSwing” (1994) de Redman en el que ya participó Mehldau en su día.
“Always Departing” - Segundo tema orquestal de “Highway Rider” pero en lugar de por la melancolía del anterior, aquí se opta por una tensión muy cinematográfica en la introducción, cortada en seco por los violonchelos y el piano que se encarga de toda la parte central de la pieza rememorando alguno de los motivos anteriores del disco.
“Always Returning” - Del mismo modo que ocurría al final del primer cedé, cuando el tema orquestal que ocupaba el penúltimo lugar del mismo se fundía en último corte mientras se iban sumando todos los solistas participantes, aquí se repite el esquema y sin ninguna separación temporal ambas piezas se enlazan en lo que bien podría ser una sola. Un poderoso broche para un disco excelente.
Discos como “Highway Rider” no dejan de ser una excepción en la carrera de Mehldau, como decíamos al comienzo. El pianista no es muy dado a grabar con formaciones grandes y menos aún con orquesta aunque de cuando en cuando nos regala algún trabajo así. En todo caso este disco es sensacional y uno de nuestros favoritos del pianista en cualquiera de sus formatos, especialmente cuando se trata de un disco doble en que el nivel el altísimo en todos sus temas.