Lo que puede dar de sí un examen! Además de aprobar o suspender, sirven para percatarse de lo simple y complejo que es el funcionamiento de nuestro cerebro, ahí es nada. Fue a raíz de una de las preguntas del test, que abarcaba todo el temario. Consistía en relacionar muchos conceptos y había que ir descartando unos u otros en función de lo que pedía cada apartado. Y fue justo en ese momento cuando me vi dentro de mi propio cerebro.
Me trasladé a una habitación llena de ficheros. Llevaba una lista en la mano con todo lo que necesitaba, con los nombres de los archivos donde pretendía hallar todas las respuestas. Se la di a un intermediario, el encargado de localizar lo que yo había archivado para la ocasión tan sólo unos días antes. Pero el señor no los encontraba. Se dejaba la vida rebuscando por los rincones de mi cerebro, donde debían estar las respuestas, los conocimientos, las ideas. Pero nada. Yo le instaba a que no cesara en su empeño. El hombre, ya mayor, calvo, regordete y con gafas para más señas, me decía que no los veía por ningún lado, pero que esos archivos tenían que estar allí.
El tipo hizo un último esfuerzo, y los encontró. Estaban dispersos en distintos lugares de esa sala de registros llamado cerebro, sin ningún orden ni lógica. Me los entregó. Me dijo que la próxima vez llevara más cuidado, que ordenara las ideas antes de guardarlas. Me despedí del hombre calvo y, en cuanto salí por la puerta, me di cuenta de que ya había estado allí otras veces. Volví a la realidad y comprobé que mi mano comenzaba a responder correctamente. Y me maravillé.
Deje el bolígrafo sobre la mesa un instante, y me dediqué a razonar lo que acababa de suceder. Había sido una experiencia casi mística tener contacto directo con el guardián de los registros de mi cerebro, pero tenía que acabar el examen. Me prometí en ese instante que escribiría sobre ello. Sobre cómo me di cuenta de que viajamos constantemente al interior de nuestra mente, buscando y exigiendo recuerdos. Sobre cómo somos capaces de almacenar tanta información en un disco duro sin límite de capacidad, que admite una cantidad de datos infinita. Sobre cómo los ficheros esperan, cogiendo polvo en uno u otro rincón, donde siempre habrá un amable anciano, calvo y regordete, que nos ayudará cuando sea necesario. ¿No es asombroso el ser humano?