Los elementos dinámicos que conforman los espacios y la materia expresiva que proyecta el Branding corporativo cuando trabaja en los lugares de representación creativa donde aloja la proposición para sus ideas, se sitúa en la dimensión espacial ocupada por los eventos.
Los contenidos o las historias creadas a la carta para satisfacer estos espacios concurridos por los usuarios, se ciñen cubriendo necesidades, dando utilidad y construyendo valores. Dicho conjunto confluye en entornos de relación construidos estratégicamente por los eventos, quienes serán el nexo de unión entre el Branding y las lecturas obtenidas por la vivencia experimentada en el evento prefijado por la entidad.
De este modo, el Branding interpreta sus espacios definiendo y sacando conclusiones a partir de datos conocidos, o dados por la experiencia de los usuarios en dichos eventos; estos últimos, van a representar el nivel reputacional desvelando el grado de compromiso y responsabilidad social de la empresa.
La lectura que se hace en los espacios, pone de relieve el esquema de acción al acercar la marca corporativa al usuario. Así, Branding utiliza una lectura espacial con una progresión horizontal que integra un esquema narrativo del mensaje manteniendo el curso encadenado del evento de forma irresistible. Y una lectura vertical que favorece la ruptura de la cadena de acontecimientos centrándose en los temas que se evocan por asociación de mensajes, interesa la manera en que están organizados esos acontecimientos. Ambas lecturas, son indispensables para un desciframiento correcto que constituya el discurso del Branding.