Revista Opinión
A estas horas, una nueva y multitudinaria movilización de trabajadores y jóvenes cercaba la alcaldía de San Pablo, la mayor ciudad de América Latina.
Lo mismo acontecía en Río y otras capitales del gigante del continente.
La rebelión popular repudia un tarifazo en favor de un transporte público degradado.
Pero es sólo la punta del ovillo. La pueblada impugna una orientación social: el presupuesto nacional favorece a los Báez y Cristóbal López del Brasil.
A cuenta de ellos, han convertido al próximo mundial de fútbol en un campo de enormes negociados.
El pueblo pide terminar con ese desfalco: en vez de megaestadios, exige rescatar a la escuela y a la salud pública, las que están en ruinas.
El brasileñazo contra la manipulación del deporte, en el país del pentacampeón, es un síntoma mayúsculo de maduración política.
Para la mayoría de los candidatos argentinos, el brasileñazo está muy lejos.
¡Pero deberían mirarse en él!
El derrumbe del transporte público se ha cobrado nuevas vidas en el Sarmiento. Los K ya no pueden disimular ese desquicio con el “fútbol para todos y todas”.
Ni qué hablar de los opositores. De Macri a Binner, todos ellos consideran al gobierno de Rousseff como el “modelo a seguir”.
En todo el mundo, la bancarrota capitalista ha sido la partera de rebeliones populares y grandes virajes políticos. La ola llegó a Brasil, el “ancla” capitalista del continente.
Este es el telón de fondo de la gran lucha que va a librar nuestro Frente de Izquierda: convertir la inquietud popular que provocan la carestía, la desorganización económica o el impuesto al salario en un firme pronunciamiento político a favor de una salida anticapitalista.
¡Fuerza Brasil!