Revista Historia

Brasil: mi tierra, señor

Por Daniela Daniela Leiva Seisdedos @elarcondeclio
 Por Daniela Leiva Seisdedos ·
Brasil
Resulta difícil referirse a América Latina como una unidad. Es un lugar totalmente heterogéneo, pues es una región con muchas diferencias en su interior, debido a sus tipos de conquista y a las políticas que se llevaron a cabo para realizar esa ocupación.
Pero ya hace mucho tiempo que nos dimos cuenta de que para desarrollar una América Latina unida, y no dominada, era y es necesario mejorar la situación de nuestro pueblo, para así ampliar las oportunidades a su alcance, que dependen en enorme medida de los importantes recursos nacionales de cada una de las regiones.
En América Latina hay quienes tienen mucho y quienes no tienen nada; sin dudas es la región del mundo con más desigualdades en todos los sentidos. Y cuando de tierra se trata, el margen entre unos y otros adquiere dimensiones considerables.
América sabe de esto, y se disfraza de pobreza, desigualdad, exclusión social y dominación, pero siempre mantiene la esperanza. Esta dominación se hace por el empleo de las armas, los designios económicos y la supuesta civilización.
El problema de la tenencia de la tierra se remonta a la época de la conquista y colonia, cuando grandes extensiones de tierra fueron otorgados primeros a los reyes católicos y lusitanos por el tratado de Tordesillas, luego en el caso español y portugués a los encomendaderos (sistema medieval para capturar tierras a los moros) más tarde trasplantado a América y los conquistadores fueron los encargados de cuidar y volver productivas las tierras para los reyes de España y Portugal.
Desde allí, se sentaron las bases para el surgimiento de grandes terratenientes y el traspaso de tierra de generación en generación en manos de unos pocos, formando las oligarquías que aun hoy perduran; o simplemente para la venta de estas tierras a bajo coste a los extranjeros.
Entre las reformas más ambiciosas sobre la cuestión de las tierras se llevó a cabo por la revolución mexicana en 1917 y que redistribuyó el 43% de la tierra agraria del país, esto hizo mella en todas las naciones americanas. Por ejemplo, en Bolivia en 1952 se redistribuyó un 80% (aunque muchos reclaman que sólo el 45% de las familias rurales recibieron título de propiedad).
En Nicaragua, la revolución sandinista tomó las propiedades de la familia Anastasio “tacho” Somoza que representaba la quinta parte de la tierra arable del país y la redistribuyó entre campesinos pobres. Pero hoy, tras 25 años de la revolución, los campesinos de Nicaragua siguen siendo tanto o más pobres que antes en Brasil, el 77% de la tierra arable del país está en manos de un 10% de la población, mientras que en Paraguay la brecha es aún mayor: el 1% es dueño del 80% de la tierra productiva del país. Venezuela no se queda atrás, el 80% está en manos de un 5%. Y el patrón se repite como molde en la región.
El problema de la posesión de la tierra constituye hoy uno de los más interesantes fenómenos sociales del continente.
Brasil, caso que analizo, es uno de los pocos países del mundo que dispone de más tierras de las que fuera necesario para realizar exitosamente una reforma agraria distributiva.
El Movimiento Sin Tierra es, probablemente, la organización social más importante del mundo, como poco de América. Surgido hace más 20 años en plena dictadura militar en Brasil, el MST aglutina a los excluidos de la sociedad brasileña tanto del campo como de las ciudades.
El movimiento invoca el mayor momento de violencia institucional como fundacional de su razón histórica: el 17 de abril de 1996, los acampados de El Dorado dos Carajás fueron masacrados por el gobierno de Brasilia. El presidente era Fernando Henrique Cardoso.
Fernando Henrique Cardoso.
La policía militar disparó con metralletas contra gente desarmada que bloqueaba una carretera. Todo lo ocurrido fue grabado por cámaras de televisión que inesperadamente estaban en la escena. Allí murieron 19 acampados, quienes son considerados desde entonces como mártires del MST. El hecho concitó el interés y la simpatía de vastos sectores de la sociedad brasileña.
La existencia de grandes masas humanas sin tierra en el campo brasileño es resultado del coronelismo o caciquismo, del latifundio improductivo y de la modernización capitalista salvaje.
El caciquismo fue, y es, la oligarquía rural brasileña. Son los herederos de la república del café con leche, que se perpetuaron en el poder político del Brasil, colocando al Estado a su servicio y cuyo origen está en la distribución colonial de las tierras y su régimen de concentración y herencia.
Sólo comienza a ser conocido nacional e internacionalmente a partir de 1995 cuando tras su III Congreso plantea que no habrá reforma agraria en Brasil si no se logra cambiar el modelo económico neoliberal y que sólo se puede avanzar en este terreno si toda la sociedad comienza a ver la lucha por la tierra como una cosa legítima y necesaria.
La reforma agraria no debe ser asumida como bandera sólo por los campesinos sin tierra, sino que tiene que ser asumida por todos y transformarse en la lucha de todos.
El protagonismo de toda la familia campesina brasileña y no sólo la del jefe del hogar, aglutina personas provenientes de los diversos municipios de cada estado. Si 5 millones de campesinos no tienen en el Brasil un lugar donde vivir, trabajar o morir, deben necesariamente acabar en la favela. Es esto lo que quiere Brasil. 5,4 millones de trabajadores rurales perdieron su puesto de trabajo entre 1985 y 1995 y 47.000 terratenientes son dueños del 43% de todas las tierras, en haciendas que sobrepasan las mil hectáreas.
¿Cómo se puede hablar de equidad? Según el MST, la reforma agraria sólo alcanzó a alrededor de 250 a 300 familias. Se calcula que en Brasil el 45% de las tierras cultivables está en manos del 1 por ciento de grandes propietarios, según el censo rural.
Monumento al MST.
La ocupación de las tierras es un arma estratégica, pero me pregunto: ¿es esto una deuda social o una lucha social?. El objetivo principal del MST es la consecución de la Reforma Agraria y la desaparición del latifundio en el país.
“Ya se sienten las almas hermanas, los puños cerrados y alzados al viento, la voz de mi pueblo cantando,
gritando Tierra, Tierra y Tierra”.
Fuentes:
  • MST (Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra), Caderno de Formaçao Nº 30 Génese e desenvolvimento do MST, Sao Paulo.
  • Cardoso, C.F. y H. Pérez Brignoli, Historia Económica de América Latina, Crítica, Barcelona. 1987.

Colegio San Cayetano de La Plata. Historia. www.elarcondeclio.com.arBrasil: mi tierra, señor

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