Brasil 0 - 0 México
Las fantásticas paradas del meta mexicano evitaron la segunda victoria de Brasil. México fue una selección con mayúsculas y tuvo orden, respuesta y ocasiones. Julio César también estuvo heroico.Pero si Brasil se queda en la superficie del problema y colocar a Ochoa como único culpable de su empate cometerá un error de bulto. Un día más Brasil fue una siderurgia. Scolari, que tan aficionado es a los gestos de cara a la galería como cantar el himno a gritos o salir al campo con la mano en el hombro del compañero, podría dotar a sus jugadores de un chaleco fluorescente, unos guantes de amianto y un casco de obrero, ni que sea en el calentamiento. Dejando a un lado a Neymar, lo que propone Brasil es puro fútbol industrial que se sustenta en empujar a oleadas al rival hacia su área, arrinconándolo a pelotazos sin más intención de que la jugada termine en saque de esquina o en falta lateral. Ahí, Brasil es un martillo pilón. Pero hasta el mejor martillo encuentra un yunque. Ochoa fue ayer ese yunque.
Y si además a ese fútbol industrial lo plantas delante un rival que corre como tú, que sufre más que tú y que los tiene del tamaño de la pirámide de Chichén Itza, pues queda claro que hay que tener un ‘Plan B’. Ese plan suplente en otra época era el ‘Plan A’ del Brasil de toda la vida y se llama fútbol. Pero Scolari hace tiempo que lo ha descartado. A su favor debe de decirse que no le ha ido nada mal.
La presentación de credenciales de México fue clarita. Dos faltas en 19 segundos que venían a darle la razón a Scolari cuando en la rueda de prensa previa al partido dijo aquello de que “nadie se piense que vamos a ser los dueños de la fiesta desde el principio”. No lo fueron. El invitado molestó se plantó en su casa, abrió la nevera, cogió las cervezas y se repantingó en el sofá. Y al anfitrión no supo como reaccionar.
Brasil confiaba en una salida fulgurante para encarrilar el partido, pero la intensidad de los aztecas le cerró cualquier opción de empezar mandando. En defensaMárquez, Maza y Héctor Moreno eran insuperables, el Gallo Vazquez era dueño del centro del campo y en ataque la movilidad de Giovanni Dos Santos y la lucha de Peralta mantenía a los brasileños sentados en un avispero.
La ventaja de tener a Neymar es que incluso jugando mal, el jugador del Barça puede decidir un partido. A los 25 minutos del encuentro Neymar se elevó como en el Camp Nou jamás han visto para rematar de cabeza un centro medido de Alves al que respondió Ochoa con su primer milagro de la noche. Por un momento, entramos en el túnel del tiempo y la jugada recordó a la parada que le hizoGordon Banks a Pelé en el 70.
El segundo milagro de Ochoa llegaría al filo del descanso, cuando salvó un disparo de David Luiza bocajarro, que había recibido un pase de pecho estilo fut-voley de Thiago Silva.
En el segundo tiempo, Scolari quiso cambiar el guión introduciendo a Bernard, que no dio resultado y a Jo, que logró empeorar el trabajo de Fred. México, en cambio, se lo creyó se fue adelante y puso el susto en el cuerpo de Brasil, que a empujones volvió a tener el partido en su mano en dos claras ocasiones de Neymar y Thiago Silva