Foto: Internet Tras las elecciones brasileñas resulta paradójico que Lula Da Silva, quien mantenía un 62% de intención de voto, preso por una causa ilegal, falsificada y acomodada en contubernio por el Comité de Jueces, fiscales, políticos y la oligarquía brasileña, todos al servicio de los factores internacionales, a objeto de impedir su segura elección y no fuera respaldado electoralmente por el pueblo a quien rescató de las fauces de la pobreza.
Ante este impasse diseñado por la corporatocracia mundial, Lula propone a un outsider (Fernando Haddad), garante y seguidor de las políticas públicas protectoras dirigidas al pueblo brasileño durante su mandato, sin embargo, los votantes prefirieron dirigir su fuerza e intención electoral a respaldar a Jair Bolsonaro, conspicuo representante de la antípolítica y del mayor “stiptease del fascismo” conocido actualmente en Suramérica.
Quienes revisen la historia de Brasil en los últimos 20 años por lo menos, constatarán el enorme esfuerzo de líderes y movimientos sociales por la liberación, emancipación, dignificación y redención social de millones de marginados para sacarlos de esa fatalidad inexorable: pobreza extrema, hambre, analfabetismo, insalubridad, en fin exclusión social y muerte. No obstante, los aparatos mediáticos han convertido a un amplio sector del pueblo brasileño en instrumento de la ultraderecha, disociándolos al convertirlos en autómatas semejantes a jaurías de hienas. La estrategia de Bolsorano consiste en inmovilizarlo utilizando la mentira, inversión ideológica y mimetización, generando disonancia cognitiva y tergiversando valores -corrupción, homosexualidad y machismo-, conformando un dispositivo de captura y de guerra, repitiéndolo hasta confundir y convertir la mentira en realidad y/o verdad, a través de los medios. (L. Strauss).
Este fenómeno no sólo continental, orientado a que resulten ganadores personajes nefastos y serviles a la élite mundial, exacerbado por el uso, desarrollo, estudio y aplicación religiosa de la Big Data y la infiltración cognitiva, induce perfiles de gustos, miedos, fobias, sueños y esperanzas. Los Brasileños hoy sufren el Síndrome de Estocolmo: rehenes de los emporios comunicacionales que conmocionan el inconsciente colectivo, atavismos, prejuicios religiosos y culturales, son manipulados en su peor faceta al apoyar a su captor (servidumbre voluntaria).
Esta máquina de guerra que hoy opera en el vecino país aplica técnicas que permiten a quienes las usan (terceros ocultos) perfilar las sociedades de los países objeto de dominación a través de la matrización de los gustos, deseos y apetencias de los individuos objeto de control (input), los cuales son capturados por vía de la ingeniería social (redes sociales, propaganda, estudios de mercadeo -encuestas-) para luego inducirles, mediante los mismos vehículos virtuales y herramientas basadas en esas técnicas de shock, los cambios y resultados requeridos por ellos (output), al inocularles sensaciones ficticias de bienestar, seguridad y superioridad, incluso sentimientos de odio, xenofobia y racismo.
El pueblo humilde de Brasil, después de salir de semejante situación de inmovilización y detención histórica, más de 38 millones de pobres dignificados, y de empoderarse como uno de los países miembros de la alternativa geopolítica mundial -la pluripolaridad de los BRICS-, corre el riesgo de convertirse en una fábrica de “inurbación social”, arrojando a millones de brasileños hacia la exclusión y expulsión de la ciudadanía, la justicia social y el derecho a una vida justa.
Según nuestra opinión sería un gran error táctico no consolidar una unidad transversal, maciza e íntegra, un movimiento nacional y popular que enfrente a Bolsonaro y a los factores internacionales que lo apoyan y que oprimen a Latinoamérica. Acudir a la segregación y racismo endógeno entre los factores progresistas y nacionalistas brasileños en esta hora definitoria nos colocaría frente a esta cruda realidad: o ganamos los patriotas en Brasil o tendremos que hacerle la exhumación al cadáver de la Patria.
Desde la Venezuela Bolivariana alzamos nuestra voz para alentar a los hermanos brasileños: resistir, persistir e insistir para ganar, pues en esta lucha no sobra nadie No vivimos tiempos de cobardes ni mediocres, reflexionemos y dejemos de ser funcionales al modelo capitalista depredador que viene con todo, por todo y por todos nosotros (S. Cúneo)
Por todos los medios y con toda nuestra fuerza espiritual y unitaria debemos vencer, porque si no esta derrota será definitiva para el proyecto emancipador Suramericano. Hermanos brasileños no entreguen su país mansamente a las fuerzas totalitarias que hoy arremeten contra la humanidad pretendiendo acabar con los Estados-Nación para apropiarse de todos sus recursos naturales y de su fuerza laboral y espiritual.Es urgente detener el avance del plan geoestratégico neoesclavista en pleno desarrollo en estas latitudes. Frente a la guerra criminal y al acoso sirva el ejemplo de la Venezuela irreductible… ¡BRASIL NO TE RINDAS!!!
MARIA ALEJANDRA DIAZ
Constituyente
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