La victoria de Bolsonaro en Brasil representa una nueva derrota de los políticos hipócritas y tibios, encuadrados en partidos tradicionales de la izquierda y la derecha, que han dominado el mundo desde que en 1989 fue derribado el Muro de Berlín. La victoria de los nuevos partidos de derecha es una reacción popular de rechazo a la vieja política, a la que el pueblo culpa con razón de haber construido un mundo injusto, desigual, hostil al ciudadano y lleno de privilegios y ventajas para la clase dirigente, un mundo basado en la hipocresía, el engaño y el saqueo del ciudadano. La tibieza y la hipocresía se habían apoderado de muchos países, disfrazados de partidos aparentemente democráticos de derecha y de izquierda, cuando en realidad eran partidos tiránicos y antidemocráticos habituados a imponer su voluntad a los intereses populares y al bien común. Ahora, por fin, esos partidos, pervertidores de la democracia, ajenos al bien común, marginadores de los ciudadanos y autores de abusos tan detestables como la construcción de estados hipertrofiados, tan llenos de parásitos que resultan insostenibles, de subidas de impuestos masivas que asfixian a los ciudadanos y de un mundo de privilegios y ventajas del que sólo disfrutaban los políticos, convertidos en toda una casta, están siendo barridos en todo el mundo por una ciudadanía cansada de mentiras, hipocresias y corrupciones. ---
Las dos columnas que todavía sostienen la hipocresía tibia mundial son la socialdemocracia y las derechas contaminadas de intervencionismo socialistoide, dos escuelas perfectamente representadas en España por el PSOE y el PP. Las izquierdas y también las derechas hipócritas están siendo barridas por una ciudadanía indignada y cansada de ser engañada, que ahora vota a partidos sinceros que conectan con el sentir popular y que recogen en sus programas los deseos populares. La gente ya no soporta que los gobiernos se consideren con derecha a gobernar como si tuvieran un cheque en blanco y que ignoren los deseos y aspiraciones del pueblo.
En España, por ejemplo, los dos grandes partidos han gobernado desde la muerte de Franco realizando una política que el pueblo desprecia y rechaza, cuyos grandes rasgos han sido la corrupción generalizada, la creación de un Estado gigantesco, lleno de políticos parásitos que no aportan nada al bien común, impuestos injustos y desproporcionados, servicios de baja calidad, pactos contra natura con partidos políticos opuestos, sólo para obtener votos y poder, financiación con dinero de los impuestos de los partidos políticos, compra de medios de comunicación y de voluntades con dinero publico, lujos y privilegios inmerecidos y desproporcionados para los políticos y la destrucción paulatina del Estado de Bienestar, sustituido por un Estado desigual, que sólo beneficia a los amigos del poder.
El asalto del pueblo a los tibios e hipócritas lleva muchos años mostrando sus garras, pero se hizo mundialmente visible cuando el duro y aparentemente antisistema Donald Trump, con el apoyo masivo del pueblo marginado de Estados Unidos, derrotó a Hillary Clinton, representante genuina de la izquierda hipócrita que dice amar la paz y hace la guerra y que ama al pueblo cuando lo condena a la pobreza y al desamparo.
Así, las izquierdas hipócritas, plasmadas en los partidos comunistas y socialistas, han sido barridas de países donde llegaron a ser inmensamente fuertes y a gobernar, como Francia, Italia, Alemania y otros muchos, entre ellos España, donde el PSOE, en franca decadencia, ha tenido que utilizar una trocha indigna y poco legítima para tomar el poder, a través de una repugnante moción de censura en alianza con las fuerzas más desleales, antidemocráticas y antiespañolas del espectro político.
La experiencia está demostrando que los partidos más preparados para enterrar a los viejos hipócritas son aquellos que muestran un perfil duro y sincero y que, además, saben conectar con los sentimientos y deseos del pueblo. En USA fue Donald Trump, en Brasil es Bolsonaro, en Francia fue Macrón, en Italia fue Salvini y en España será, con toda probabilidad, VOX, un partido que conecta con el alma ciudadana al proponer el fin de las autonomías, castigos ejemplares para los corruptos, bajadas sustanciales de impuestos, reducción del monstruoso tamaño del Estado, expulsión de políticos, la recuperación del amor a España y otras medidas que el pueblo demanda a gritos, sin que socialistas y "peperos" quieran escucharlos.
El entierro de los hipócritas es una gran noticia para el mundo, a pesar de que los que asaltan la fortaleza de los tibios y pervertidores de las democracias son clasificados como "fascistas". Mas que de la "extrema derecha", los nuevos partidos que arrasan en las urnas son una derecha nueva y diferente, sin contaminación socialdemócrata y sin las hipocresías y mentiras que la clase política mundial ha adoptado como suyas. Calificarlos de "extrema derecha" es, en la mayoría de los casos, únicamente la forma de destruir al adversario y de seguir engañando al pueblo para mantenerse en el poder.
Francisco Rubiales