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Hay angustia y rabia por el incendio de la discoteca que mató a 235, jóvenes, tres más que el registro oficial que constaba hasta el momento. Varias irregularidades del local debieron impedir funcionamiento de la discoteca, entre ellos exceso de personas en el local, más allá de lo permisible; tamaño reducido de la única vía de escape; uso de bengalas en un lugar cerrado, y la goma espuma del revestimiento contra ruidos. En tela de juicio autoridades policiales y municipales, empresarios y músicos.
Los entierros de las víctimas del incendio de la discoteca Kiss terminaron este lunes. Pero en Santa María, el lugar de la tragedia, en Porto Alegre y en Brasilia, tiene lugar una guerra de versiones sobre las causas, los culpables y los responsables primarios el feroz incendio, que recién se supo mató a 235 jóvenes, tres más que el registro oficial que constaba hasta el momento, y mantiene a otros 75 batallando por su vida.
La jefa regional del Instituto de Pericias de Río Grande do Sul, María Angela Zucchetto, explicó la falla con una justificación: «No teníamos computadora y el primer recuento lo hicimos manualmente. Contamos 234 cuerpos y los identificamos, pero en algún momento del proceso tres nombres cayeron de la lista oficial».
Pero la polémica es otra y tiene como principales actores a las autoridades policiales y municipales, a empresarios y músicos, estos últimos detenidos desde el lunes en el presidio provincial próximo a la ciudad de Santa María.
La Policial Civil provincial, que conduce las investigaciones del caso, posee diversos indicios» de irregularidades que debían haber impedido el funcionamiento de la disco. De acuerdo con declaraciones del comisario regional Marcelo Arigony, «esa casa no podía ser usada para shows. Porque si estuviera en condiciones regulares no habría casi 240 muertos».
Según ese jefe policial «cinco o seis circunstancias» abonarían su tesis de culpabilidad de los dueños del boliche Kiss, entre ellas «el abarrotamiento» de la sala, colmada más allá de sus capacidades, en el momento en que los miembros del grupo Gurizada Fandangueira iniciaron un fatídico show de fuegos artificiales, el desencadenante fáctico del incendio. «Claro que estos datos son preliminares y precisan ser confirmados por declaraciones de testigos y laudos de peritos».
El comandante del Cuerpo de Bomberos de Río Grande del Sur, teniente coronel Moisés da Silva Fuch, refrendó la tesis al señalar que Kiss podía recibir un máximo de 600 personas. «Pero cuando estallo el incendio, había unas 900 en el local».
El comisario Marcos Vianna, otro de los oficiales involucrados en el proceso del caso, sugirió la existencia de cuatro factores que se combinaron en el desastre, datos que por otro lado pudo entrever la propia prensa sin ser expertos.
Mencionó el tamaño reducido de la única vía de escape, una puerta de dos hojas de color violeta; el uso de bengalas en un lugar cerrado; el exceso de personas en el local y la goma espuma utilizada en el revestimiento como aislación de ruidos.
Los empresarios detenidos Elissandro Calegaro Spohr y su socio Mauro Hoffmann, prefirieron cargar las culpas en los miembros de Gurizada Fandangueira, por un show pirotécnico que no habían autorizado.
No por acaso, en una gran manifestación ocurrida el lunes por la noche los familiares de los muertos y los vecinos de Santa María, que poblaron las calles del centro ciudadano, portaban pancartas donde se pedía: «Justicia, Justicia, Justicia». Chicos y chicas, mujeres y hombres, se acercaron a las puertas del club nocturno, se arrodillaron y dejaron allí macetas y ramos de flores.
«¡Impunidad, No! Mostraba en grandes letras un cartel dejado en el Centro Deportivo Municipal donde se habían velado los restos de los jóvenes desde el domingo por la noche hasta el lunes por la tarde. En otros podían leerse: «¿Para qué tener permiso?« «¿Para qué fiscalizar?» «¿Para qué pagamos impuestos?» «¿Qué hace el poder público?».
(Fuente: Clarín/Eleonora Gosman/AFP)