Revista Cine
Director: Aleksei Balabanov
"Brat", que vendría a significa "Hermano", es una película rusa que hace bastante tiempo quería ver, y de hecho me he interesado en la filmografía de Aleksei Balabanov, que parece ser un director que se mueve hábilmente entre las historias criminales y los arthouse dramas (¿cómo podría traducirse este término?), según se dice en Wikipedia, pero ello lo dejaremos para más adelante. Ahora hablemos de una película que pensé que era algo así como una "Lock, Stock and Two Smoking Barrels" rusa.
"Brat" no es tanto como la opera prima de Guy Ritchie, pero tiene elementos. Estamos ante una película ambientada en el submundo criminal de San Petersburgo (anteriormente conocida como Leningrado... esto siempre me confundía antes) y la puesta en escena de Balabanov tiene estilo y personalidad, especialmente en lo que concierne al uso de la banda sonora, al negro pero seco sentido del humor y al tratamiento de la violencia, cuya crudeza se acerca más a la sabia sobriedad que a la truculencia. En cierta forma, "Brat" es una película inclasificable, porque no es una película de criminales propiamente tal (no en la tradición de Scorsese, Tarantino, los hermanos Coen o incluso un Abel Ferrara...) y tampoco es un relato "social", aunque Balabanov no ignora en lo absoluto las circunstancias socio-económicas de sus personajes (al contrario, sabe incluir estas circunstancias a la trama de manera orgánica y natural). Por ejemplo, el protagonista es un joven que llega a su pequeño pueblo luego de haber dejado el ejército (en donde, según él, sirvió como escribano en el estado mayor... aunque las habilidades que le vamos viendo y su manejo con las armas de fuego sugieren que no trabajó precisamente detrás de un escritorio sino que, como tantos jóvenes rusos, combatió en el campo de batalla), y la aparentemente total falta de oportunidades lo conduce a San Petersburgo a buscar a su hermano, quien trabaja como asesino a sueldo para unos mafiosos poco dados a cumplir sus palabras. Así, mientras el protagonista ayuda a su hermano en una trama típicamente criminal (esto no es un reproche, a pesar de que dicha palabra, típicamente, a veces pueda sonar mal), también se irá encontrando, mientras pasea por las postales bellas de la ciudad así como por sus callejones menos turísticos, con vagabundos alemanes que viven en un cementerio, conductoras de tranvías golpeadas por sus maridos o novios, muchachas jóvenes que se la pasan de fiesta en fiesta en una espiral de autodestrucción (aunque la muchacha es la mar de simpática), entre otros elementos que describen a una sociedad en perpetua decadencia y en permanente lucha moral consigo misma, repleta de ambigüedades y contradicciones, debatiéndose entre el estancamiento o la apertura cultural, económica, etc. El mismo protagonista es una buena muestra de ello: su indiferencia al momento de matar inmundos criminales de poca monta va de la mano con una integridad que lo lleva a defender indefensos y a respetar normas mínimas de convivencia cívica, lo cual también conlleva que es alguien que no puede encajar en una sociedad saturada de blancos y negros, pues la gente de bien no lo aceptará dada su tendencia a descarrilarse del camino ideal, pero los criminales tampoco querrán en sus filas a gente con "conciencia moral". Por lo demás, en la figura del protagonista (muy de western: el eterno viajero), cabe otra dualidad, en tanto a su lado más sanguinario le contrasta una candidez casi de niño: el chico se la pasa yendo a una tienda de música para comprar discos, de todo menos de la banda con la que está ingenuamente obsesionado, y mientras está en plena faena de sicario, se ve atraído por la inefable magia que desprende una reunión de amantes de la música.
En cualquier caso, la gracia de "Brat" es que no es ni solemne o trágica o fatalista ni mucho menos cómica o ligera: combina notablemente lo bueno de las películas de enredos criminales con, perdonen si repito el término (que no usaré con la misma acepción con que lo he utilizado en las películas de ya-sabrán-quién), lo bueno de las radiologías o antropologías urbanas: personajes bien definidos, espacios bien definidos y tramas que se entrecruzan con agilidad, sin mencionar la presencia de ese "humorístico" leitmotif que son los Nautilus Pompilius, la banda favorita del protagonista que no deja de aparecer a lo largo del metraje, ya sea como elemento decorativo o como elemento dramáticamente disruptivo.
A propósito del protagonista, el actor que lo interpreta es Sergei Bodrov Jr., hijo de Sergei Bodrov, que es un director de cine que al parecer no tiene una filmografía muy buena que digamos. El caso es que Bodrov Jr. tuvo una corta carrera en la actuación y en la dirección (su opera prima se llama "Sisters"), pues murió en un deslizamiento de nieve a la edad de 30 años mientras rodaba la que sería su segunda película. Su cuerpo nunca fue encontrado. Y como dato curioso y banal: Bodrov Jr. nació el mismo día que yo, sólo que precisos 22 años antes. Otra personalidad del cine que se suma a la lista de genios nacidos un 27 de diciembre.
En fin, no puedo sino recomendar una película que no será perfecta ni redonda, pero que tiene un director que sabe qué decir y cómo decirlo, alguien con discurso y estilo propios, con reflexiones y observaciones agudas tanto en su crítica social como en su comprensivo humanismo, capaz de narrar una historia coherente que aporte algo al panorama cinematográfico en el que se enmarca.
Muy buena.
...¿somos hermanos o no somos hermanos?....