Para profundizar en los estudios de autismo y Alzheimer, Ricardo Miledi y Dau, premio Príncipe de Asturias 1999 y Nacional de Ciencias y Artes 2005, propuso que en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se pueda crear un banco de cerebros humanos donados tras la muerte.Nurit Martínez | El Universal
Para constituir ese banco se requiere fomentar en México una cultura de donación, que debe incluir a médicos y pacientes, y extenderse del cerebro a todos los órganos humanos, para múltiples investigaciones.
Interesado en saber cómo se comunican las células nerviosas de cerebros humanos con autismo y Alzheimer, y cómo funcionan los receptores a neurotransmisores en presencia de esas enfermedades, Miledi ha diseñado un método de microtrasplantes, consistente en injertar tejido humano en un ovocito de rana xenopus laveis (rana sumo de Sudáfrica), su modelo de estudio por varios años.
Del banco se obtiene tejido con esos padecimientos y se hacen membranas que se injertan a un ovocito de rana; las membranas se incorporan y llevan sectores que había en el cerebro humano.
“Lo fantástico es que todavía funcionan, aunque la persona estuvo muerta dos o tres horas antes de la congelación. Resucitamos receptores y neurotransmisores que actúan en el cerebro con Alzheimer y autismo”, explicó el científico.En este proceso, aclaró el universitario, no se utiliza al batracio completo, sólo la célula germinal aislada.“No vamos más allá por cuestiones éticas, pero sería muy importante saber qué les pasa a las ranas. Ahora solamente usamos el ovocito, antes de que siquiera se divida en dos células”, dijo.Pese a estar en otro “recipiente vivo”, el receptor cerebral humano continúa su trabajo. “Así vemos cómo se desempeña, porque no sabíamos cómo funcionaban nuestros propios receptores”, detalló Miledi.El investigador dijo que se podría indagar a nivel experimental la comunicación entre las neuronas y los fallos o modificaciones que ocurren en diversas enfermedades neurológicas.La idea del egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM, es tener ese espacio en el Instituto de Neurobiología -del que es fundador en el campus Juriquilla, Querétaro- para que los estudiantes y los jóvenes investigadores trabajen en él.