Lo siento en el alma, pero cada capítulo que veo de esta segunda parte de la quinta temporada de Breaking Bad me reafirma en mi apreciación: ni de lejos está al nivel de 'Los Soprano', 'A dos metros bajo tierra' o 'The Wire'.
Que está muy bien hecha, de acuerdo. Que para ser una serie con constantes escenas efectistas (y efectivas, todo hay que decirlo) y cliffhangers casi continuos se posiciona por encima de la media con unas interpretaciones dignas de elogio, también. Que posee una estética personal y en ocasiones fascinante, no hay duda. Pero, desde mi punto de vista, resulta demasiado inverosímil en más momentos de las que cabría esperar, suponiendo ello un lastre difícil de salvar.
SPOILER --- Por ejemplo, ¿alguien se puede creer que Saul Goodman, con todo lo que tenía encima en ese momento, vaya a reprender a Jesse por encenderse un porro? Si ese detalle no fuera transcendental para explicar después algo tan importante en la trama de la serie podríamos pasarlo por alto. Lamentablemente, no es el caso.
Seguiremos pasando un buen rato con los episodios que están por llegar, claro que sí, pero dudo mucho que cuando finalice y podamos verla con la perspectiva adecuada quede alguien que quiera colocar a 'Breaking Bad' en la misma liga que las series anteriormente citadas.
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