Cuba es un país que guarda una relación muy especial con España, empezando por el tópico de la “siempre fiel” por seguir siendo una colonia después de los procesos de independencia que vivieron los demás territorios americanos a principios del siglo XIX. La fidelidad parece ser mutua, ya que cuando Cuba consiguió la independencia se convirtió en receptora de una de las cifras más altas de inmigrantes españoles en América Latina. Las relaciones entre España y Cuba funcionan desde entonces con un doble rasero, donde la política de alto nivel está mezclada con el diálogo subterráneo.
La relación con Cuba, a pesar de su particular situación política, fue siempre de cooperación y amistad. Un vínculo y un tipo de relaciones que se iniciaron con el franquismo, a pesar de la contradicción por el choque ideológico, y se mantuvieron tanto por los gobiernos centristas de Adolfo Suárez como por los socialistas de Felipe González. Pero precisamente por las características del sistema político se van a producir diversas tiranteces y tensiones.
La bonanza de las relaciones políticas y “sentimentales” entre Cuba y España se corresponde también en el plano económico. A pesar del bloqueo internacional impuesto por Estados Unidos, en 1975 el comercio con España representaba el 6,5% del total comercial cubano. Incluso la reducción de las relaciones comerciales con el conjunto de América Latina debido a la crisis financiera de los 80 no afectó a Cuba. En 1985, la isla fue el destino de más del 20% de las exportaciones españolas a Latinoamérica y España se convirtió en el mejor cliente de Cuba en el mundo capitalista. La ventaja comparativa para España llegó a ser escandalosa: solamente el 2,66% de las importaciones procedentes de América Latina eran de productos cubanos, de tal manera que aunque la relación con América Latina en su conjunto descendía, Cuba mantenía sus posiciones.
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La política hacia Cuba
Las relaciones políticas con Cuba son la expresión de los márgenes de independencia de la política exterior española en América respecto a Estados Unidos. La importantísima presencia española en la isla, por el hecho de ser la última colonia en América, conlleva una gran cantidad de intereses políticos, sociales y culturales. En este sentido, la política hacia Cuba va a tener un carácter normativo, cuyos objetivos principales serán la condena de la situación de los derechos humanos, la cooperación al desarrollo y la colaboración para favorecer reformas políticas y económicas.
Desde inicios de la década de los ochenta, la percepción oficial española se había vuelto más profesional y entre los temas más importantes estaban las relaciones bilaterales y la posibilidad de usar los restos de las asociaciones españolas para mantener la presencia del país en la isla, pero los análisis políticos y económicos se hacían cada vez con más dureza y presentando una alarma mayor sobre la situación en la isla. El 18 de febrero de 1988 el diario ABC publicó un informe reservado, fruto de diversas fuentes diplomáticas, cuyo contenido constituyó un detonante de la crisis entre ambos estados. Dicho informe se mostraba crítico con el régimen castrista y persuasivo hacia el gobierno español, con la intención de que este presionara al gobierno cubano para que ofreciera algunos gestos que mejorasen su imagen, ya que el ejecutivo español se estaba quedando aislado en el contexto occidental con respecto a las críticas hacia Cuba.