El lenguaje es una de las herramientas más importantes en la literatura. Miguel Ángel Asturias en su libro El señor presidente nos muestra cómo el lenguaje sirve como medio para la creación de lo real; el lenguaje entendido como un personaje más, que incluso, puede ser el protagonista.
Asturias nos presenta figuras literarias de la narrativa que se vuelven expresivas, tales como: onomatopeya, estribillos, símil, metáforas, retruécanos, sinestesia, hipérboles, la adjetivación para conformar la personalidad de los protagonistas, o juegos de palabras que funcionan, a veces, como denuncia de la condición moral de los personajes; tal es el caso del ejemplo del “Sucio Bascas” en donde a Lucio Vásquez se le indica la condición inmoral, su mal vestir y el rechazo de la Mazacuate a través de este término “sucio”.
Asturias a través del lenguaje nos muestra la realidad comunicativa que existe en personajes que se articulan en diversas esferas sociales, desde aquel que habla de la calle, hasta un político. En este caso me permito mencionar que en Asturias hay una presencia de modos constructivos poéticos no al punto de ser poesía, sino más bien, muestra una realidad social a través de expresiones poéticas.
J.L. Austin en su texto Cómo hacer cosas con las palabras nos habla de la expresión del uso del lenguaje. “El uso del lenguaje puede abarcar otras cuestiones además de los actos ilocucionarios y perlocucionarios. (…) podemos hablar de un uso poético del lenguaje, como cosa distinta del uso del lenguaje en poesía” (Austin, 1955). Esto me hace pensar en Asturias como un narrador convencional que en El señor presidente, vuelve su narrativa poética desde el inicio, mostrando multiplicación de recursos en donde la función de estos es unificar ese mundo poético narrado.
En el tercer capítulo del libro, se puede notar, a través de la onomatopeya, lo gráfico del dolor de la huida del Pelele, que llama la atención este tipo de descripción gráfica, ya que como lectores visualizamos lo fónico de este quejido. El autor crea efectos acústicos que a través de la repetición logran una lectura dinámica:
“El idiota luchaba con el fantasma del zopilote que sentía encima y con el dolor de una pierna que se quebró al caer (…) La noche entera estuvo quejándose quedito y recio, quedito y recio como perro herido…” “…Erre, erre, ere… …Erre, erre, ere……Erre-e-erre-e-erre-e-erre… e-erre…, e-erre…” (Asturias, 1946: 12)
Otro aspecto del lenguaje en el texto, es la mezcla de lo real con lo surreal:
“Y atropellado por todo, seguía a grandes saltos de un volcán a otro, de astro en astro, de cielo en cielo, medio despierto, medio dormido, entre bocas grandes y pequeñas, con dientes y sin dientes, con labios y sin labios, con pelos, con lenguas dobles, con triples lenguas, que le gritaban “¡Madre! ¡Madre! ¡Madre!” (Asturias, 1946: 12)
Asturias logra con el lenguaje la construcción de personajes que a través de su propia narración pretende un sacudir de conciencias. Esta es una novela polifónica, en donde ninguna voz de los narradores tiene dominio sobre otro.
Utiliza la fragmentación del lenguaje como punto de partida para mostrar personajes desesperanzados no solo en el discurso general de la novela, sino que también, en los sentimientos del sujeto individual, por ejemplo la narración con Miguel Cara de Ángel, y la posible inocencia de algunos en sus acciones; también, la narración de personajes que hablan de sus sentimientos o la verdadera culpabilidad, de los diferentes crímenes que se desencadenan.
Otro ejemplo, cuando en el burdel las prostitutas se dan cuenta de que lo que lleva entre los brazos Niña Fedina es su hijo muerto, todas organizan un ritual y lo narrativo nos dice: “A todas se les había muerto aquella noche un hijo” ya no es Asturias quien lo narra, sino ellas que comparten esa soledad como algo personal en el que como lectores vemos que el ambiente cambia.
Otro aspecto del lenguaje en el texto es en donde el lenguaje rompe con la función comunicativa y transforma el fin del lenguaje a una narración de palabras sin sentido, por ejemplo, la conversación de don Benjamín y doña Venjamón, en donde incluso el juego de palabras en los nombres posee un sin sentido que muestra lo cómico en la novela:
“— ¡Ilógico! ¡Ilógico! —concluía don Benjamín. — ¡Lógico! ¡Relógico! —le contradecía doña Venjamón. — ¡Ilógico! ¡Ilógico! ¡Ilógico! — ¡Relógico! ¡Relógico! ¡Relógico! — ¡No entremos en razones! —proponía don Benjamín. — ¡No entremos en razones! —Aceptaba ella… —Pero es ilógico… — ¡Relógico, vaya! ¡Relógico, recontralógico!” (Asturias, 1946: 33)
Muchas veces el lenguaje en la novela es usado para mostrar sensaciones que se transformaran en acciones a través de la descripción:
“Cara de Ángel abandonó la cabeza en el respaldo del asiento de junco. Seguía la tierra baja, plana, caliente, inalterable de la costa con los ojos perdidos de sueño y la sensación confusa de ir en el tren, de no ir en el tren, de irse quedando atrás del tren, cada vez más atrás del tren, más atrás del tren, más atrás del tren, más atrás del tren, cada vez más atrás, cada vez más atrás, cada vez más atrás, más y más cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada ver cada ver cada ver cada ver…” (Asturias, 1946: 165)
Asturias en su novela El señor presidente utiliza la realidad y la fantasía para configurar una obra donde los personajes, incluyendo el presidente, no salen de su círculo narrativo, permanecen entre los espacios que se ven obligados a ocupar en la narración. El lenguaje experimental introspectivo utilizado en la novela, ayuda al lector a integrarse con cada uno de los personajes.
Finalmente no se trata de una novela de un dictador, eso solamente está diseñado como apoyo de expansión de un espacio narrativo de personajes marcados por la política de un país.